La revolución eterna

Ya están aquí otra vez. No les ha movilizado ni el paro, ni la crisis, ni las dificultades económicas de los españoles. Tampoco que sigamos en guerra en Afganistán y menos aún los secuestros de los pescadores españoles. No, nada de eso. Todo eso les debe parecer bien o lo consideran causas menores que no merecen el esfuerzo de una triste manifestación. Pero ante la primera oportunidad para desempolvar las banderas anti-constitucionales de la segunda república, las fotos de Companys y las acusaciones de fascismo al PP no pierden ni un segundo. Asistimos a patéticos actos en la Universidad donde rectores aburridos y nostálgicos aprovechan el papanatismo de estudiantes ignorantes y la pobre capacidad intelectual de los sindicalistas para aplaudirse a sí mismos. Nuevamente mienten. Nuevamente manipulan emociones. Pero no sorprende. Llevaban mucho tiempo en casa, aburridos.
Y es que ese juez que, como todo el mundo sabe, veía amanecer no podía dejar la memoria histórica en paz. No importó que la Fiscalía de la Audiencia Nacional emitiera un informe, advirtiendo que el tribunal no eran competente para investigar las desapariciones durante el franquismo y que, en cualquier caso, la Ley de Amnistía de 1977 era aplicable. No importó. Como tampoco importa que esa sea la razón por la que se le acusa al juez Garzón de prevaricación.
Ahora lo que importa es volver a despertar esa permanente revolución contra el “fascismo”. Esa revolución eterna que no cesa. Tuvimos los “dobermans”, los “recortes de las pensiones”, la guerra en Irak, el cordón sanitario…Siempre es lo mismo. Es como la canción del verano a finales de septiembre. Nada de lo que se esgrime en esos actos de apoyo al juez Garzón o en las manifestaciones resiste un mínimo análisis lógico. No se trata de mirar hacia otro lado. Todos sabemos lo que sucedió durante la segunda república y durante la dictadura. No somos estúpidos ni ignorantes.
El PSOE abandonó el marxismo en Surenes, el PCE aceptó la monarquía y rechazó el uso de la bandera republicana. Lo hicieron en serio o solo de cara a la galería. Quisiera pensar que fueron honestos. Todo el mundo cedió en algo. Sin embargo, el Presidente Rodríguez Zapatero no parece sentirse cómodo con ese talante. Desde el inicio de su acción de gobierno ha permitido, activa o pasivamente, poner en duda los beneficios de la Transición. Usando un lenguaje sensiblero se ha empeñado en demostrar que las heridas se curan mejor abriéndolas otra vez.
Hay un tiempo para todo. Hubo un tiempo para el perdón y la reconciliación. Los españoles fuimos capaces de hacerlo, de forma ejemplar. O eso parecía. Pero después de lo visto en los últimos seis años parece que algunos mintieron en aquellos años de la Transición. O quizás mienten ahora cuando sacan la república a pasear y piensan solo en los votos que pueden despertar usando ese lenguaje emocional.
En cualquier caso, jugar a la revolución y pretender no quemarse es tan difícil como nadar sin mojarse. Quienes se desgañitan ahora con el “no pasarán” desconocen el significado de la palabra responsabilidad.
Lo siento pero los españoles que pensamos en el futuro, en la construcción de un país mejor y que sabemos el valor de la responsabilidad personal tenemos otras preocupaciones. Posiblemente, poca gente se habrá enterado que el PP va a proponer que los españoles que residimos en el extranjero podamos disponer de tarjeta sanitaria. Algo que ahora mismo no es posible. Esas son las cosas que nos preocupan a los españoles y no andar perdiendo el tiempo buscando el certificado de defunción de Franco o sacar banderas difuntas de tiempos oscuros a pasear por nuestras calles.

Jordi Tauler
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