lunes, marzo 17, 2008

Sobre Soraya

Por Bachiller:
Conocí a Soraya un sábado radiofónico; la entrevista versaba sobre cómo había accedido a la política y cuáles eran sus gustos musicales culinarios. Entondes (ahora hace unos 4 años) tendría 31 años. Provenía de una familia media, de Valladolid, y había sacado las oposiciones a Abogado del Estado a base de muchos codos. Un día Rajoy exigió al PP tener a su disposición a un Abogado del Estado, y se presentaron varios candidatos. Rajoy habló con todos ellos y eligió a Soraya. Entonces Soraya era una joven que había descubierto las cualidades de la cocina al horno y experimentaba mucho con él; hacía sus experimentos, sus ensayos, notaba la diferente textura que adquiere la masa según la temperatura o el tiempo de cocción. Hace un més, al acabar el mitin, fuí a saludarla y le pregunté si todavía seguía enganchada al horno… y me dijo que ahora todo era distinto y apenas tenía tiempo. Soraya tiene dos grandes detractores: FJL y Cesar Vidal. La consideran poca cosa, débil, melíflua… Es muy habitual que a las personas públicas se les califique de cualquer manera despectiva, quizás por el aspecto que tengan. recuerdo que cuando Aznar llegó al poder Paco Umbral lo definió como un hombre “puntual y escaso”… ¿Estamos ante una cosa similar? En el mitin que dio en mi pueblo hace un mes, me pareció una mujer con una capacidad de comunicación admirable. Con una telegenia impropia de gente del PP. Tiene la lección muy bien aprendida de que éstos son tiempos de mensajes breves, de eslóganes, de anuncios de tv que no duran más de 20 segundos… Las urnas están llenas de votos de televidentes, teleadictos y teleanalfabetos y para ellos hay que mandar los mensajes que estos tiempos requieren. Zaplana es un buen político, un buen orador, un buen fajador, un extraordinario replicador….. para la radio. Si le ves la cara seria, el pelo cortado a navaja y el moreno artificioso más parecido a un rey mago embetunado que al moreno de la calle…

Soraya tiene una imagen muy distinta. Cuando habla lo hace con precisión y muy buena dicción. Cuando habla al auditorio y quiere recalcar una idea, enarca las cejas, de un modo un tanto travieso, y transmite credibilidad. Recorre con su mirada a todo el auditorio, como si a todos quisiera convencer. Viste como cualquier chica de su edad: tejano gastado, altos tacones que apenas le ayudan a levantar su escasa estatura, y un fular barato para prevenir enfriamientos. Cuando ella habla (tras las monsergas de los jefes locales, comarcales, provinciales y regionales del PP, y del candidato al Congreso, que dejan a los asistentes en un estado casi cata-tónico…) se hace un especial silencio en la sala, cosa que ninguno de los asistentes ha conseguido. En sus breves pausas, en sus estudiados entrecortados, es cuando más se oye el silencio sonoro que a todos embarga. Habla con propiedad, con ironía, incluso se permite hacer medio bromas de las siglas oponentes, bien dichas, como si la dijera al oído de cada uno. A mí me gusta. En el mitin fue la triunfadora y no por contraste con la retahíla de “mataos” que le precedió, sino porque lo hizo francamente bien. Soraya es un filón, y a ella no se la come nadie. Y si se la comieran siempre tendría el favor de los teleidiotas, que siempre se ponen de parte de una mujer cuando el hombre la humilla.

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