La checa contra Pío Moa
Por Almudena Negro
He disfrutado mucho leyendo los libros de Pío Moa en los que el historiador que aporta documentación inédita sobre la Guerra Civil española, extraída fundamentalmente de fuentes de la izquierda, así como me deleité en su día con “De un tiempo y un país”, el diario de Pío Moa elaborado durante su etapa marxista-. Diario en el que se describe a la perfección el lavado de cerebro estalinista que lleva a un ciudadano de nivel cultural medio-alto, en plena dictadura franquista y, en parte, debido al ambiente de la época, a pertenecer a una organización terrorista y marxista, como fueron los GRAPO.
De hecho, el diario redactado durante su militancia izquierdista, que Pío Moa ha respetado en su integridad (cuando nada se tiene que ocultar, nada hay que revisar), me recuerdan a las del gran liberal Jean François Revel (“El ladrón en la casa vacía”), en las que el francés, entre otras cosas, relata magistralmente la dificultad psicológica a la que se enfrenta cualquier militante de izquierdas en cuya mente se ha instalado ya la duda para salir de la secta. Son necesarios años y años, casi décadas y una voluntad férrea para aceptar que el socialismo sólo crea miseria. Y es que para abandonar la secta la persona debe de cambiar todo su esquema mental e incluso su escala de valores. El yo antes que el colectivo. De la desconfianza a la confianza en la persona. Del pesimismo apocalíptico al optimismo. Y esto supone, que se dice pronto, pasar de la utopía mezclada con la ideología –de la promesa de un paraíso terrenal y de bellos ideales que jamás se alcanzarán, más en cuyo nombre cualquier atrocidad se legitima- a la realidad. Ahí es nada.
Pío Moa, como otras personas representativas de la derecha actual –desde Jiménez Losantos hasta Josep Piqué o Juan Carlos Girauta pasando por Pilar del Castillo- , abandonó en su día la izquierda –quizás porque, como Sánchez Dragó, muchos de ellos, habiendo militado en el PCE, jamás fueron comunistas y sí antifranquistas-.
Moa, precisamente por haber militado en la extrema izquierda, sabe bien que la denuncia –que no querella; para poner una querella hay que jugarse los cuartos y la extrema izquierda es de la cofradía del puño cerrado- presentada por catorce “antifascistas” (desconocen que también los nazis quemaban en la plaza pública los libros de los autores incómodos) contra él en los juzgados de Plaza de Castilla no pretende en absoluto como objetivo primordial, por mucho que se pregone, su encarcelamiento. Pretenden, siguiendo el manual estalinista de destrucción del adversario, previa estigmatización –“franquista”, “extrema derecha”-, su asesinato civil. Pretenden intimidar, incluso aterrorizar, a todos los que no se pliegan a la memoria histérica de unos cuantos que han decidido volver a reabrir viejas heridas del pasado porque son incapaces de ofrecer nada, salvo más de recetas ya fracasadas, para el futuro. Seguramente este grupo liberticida, que ha colocado al historiador en la diana de los violentos, vinculado a Izquierda Unida –que comparte con ellos sus “sensibilidades”, no se ha percatado de su responsabilidad si a Moa le sucediera algo. Que la tienen.
Por otro lado, no sorprende, en absoluto, el silencio que ante semejante atropello totalitario guardan la inmensa mayoría de medios de comunicación, siempre serviles con el poder. Son los mismos que llevan a las televisiones a mujeres que luego son asesinadas por sus parejas. Los mismos que van por ahí impartiendo lecciones de ética.
Sí sorprende el silencio, con excepciones como las Nuevas Generaciones del distrito de Salamanca en Madrid, del Partido Popular. Ya lo advertía Edmund Burke: “Lo único que se necesita para que triunfe el mal es que los hombres buenos no hagan nada”.
Almudena Negro
Diario del Siglo XXI
De hecho, el diario redactado durante su militancia izquierdista, que Pío Moa ha respetado en su integridad (cuando nada se tiene que ocultar, nada hay que revisar), me recuerdan a las del gran liberal Jean François Revel (“El ladrón en la casa vacía”), en las que el francés, entre otras cosas, relata magistralmente la dificultad psicológica a la que se enfrenta cualquier militante de izquierdas en cuya mente se ha instalado ya la duda para salir de la secta. Son necesarios años y años, casi décadas y una voluntad férrea para aceptar que el socialismo sólo crea miseria. Y es que para abandonar la secta la persona debe de cambiar todo su esquema mental e incluso su escala de valores. El yo antes que el colectivo. De la desconfianza a la confianza en la persona. Del pesimismo apocalíptico al optimismo. Y esto supone, que se dice pronto, pasar de la utopía mezclada con la ideología –de la promesa de un paraíso terrenal y de bellos ideales que jamás se alcanzarán, más en cuyo nombre cualquier atrocidad se legitima- a la realidad. Ahí es nada.
Pío Moa, como otras personas representativas de la derecha actual –desde Jiménez Losantos hasta Josep Piqué o Juan Carlos Girauta pasando por Pilar del Castillo- , abandonó en su día la izquierda –quizás porque, como Sánchez Dragó, muchos de ellos, habiendo militado en el PCE, jamás fueron comunistas y sí antifranquistas-.
Moa, precisamente por haber militado en la extrema izquierda, sabe bien que la denuncia –que no querella; para poner una querella hay que jugarse los cuartos y la extrema izquierda es de la cofradía del puño cerrado- presentada por catorce “antifascistas” (desconocen que también los nazis quemaban en la plaza pública los libros de los autores incómodos) contra él en los juzgados de Plaza de Castilla no pretende en absoluto como objetivo primordial, por mucho que se pregone, su encarcelamiento. Pretenden, siguiendo el manual estalinista de destrucción del adversario, previa estigmatización –“franquista”, “extrema derecha”-, su asesinato civil. Pretenden intimidar, incluso aterrorizar, a todos los que no se pliegan a la memoria histérica de unos cuantos que han decidido volver a reabrir viejas heridas del pasado porque son incapaces de ofrecer nada, salvo más de recetas ya fracasadas, para el futuro. Seguramente este grupo liberticida, que ha colocado al historiador en la diana de los violentos, vinculado a Izquierda Unida –que comparte con ellos sus “sensibilidades”, no se ha percatado de su responsabilidad si a Moa le sucediera algo. Que la tienen.
Por otro lado, no sorprende, en absoluto, el silencio que ante semejante atropello totalitario guardan la inmensa mayoría de medios de comunicación, siempre serviles con el poder. Son los mismos que llevan a las televisiones a mujeres que luego son asesinadas por sus parejas. Los mismos que van por ahí impartiendo lecciones de ética.
Sí sorprende el silencio, con excepciones como las Nuevas Generaciones del distrito de Salamanca en Madrid, del Partido Popular. Ya lo advertía Edmund Burke: “Lo único que se necesita para que triunfe el mal es que los hombres buenos no hagan nada”.
Almudena Negro
Diario del Siglo XXI
2 comentarios:
Pío Moa solicita hoy en Libertad Digital que nos hagamos eco del Manifiesto por la Verdad Histórica
http://unidadylibertad.blogspot.com/2007/11/manifiesto-por-la-verdad-histrica.html
Impresentable crónica de la conferencia de ayer de NN.GG. hecha por un diario digital de izquierdas cuyo redactor afirma que pasó más miedo que con la ultraderecha y salió a la carrera...
http://www2.elplural.com/politica/detail.php?id=15893
Según él, Pío Moa se negó a condenar el franquismo y por eso le aplaudió el público.
Afortunadamente, Pío lo explica :
http://www.libertaddigital.com/bitacora/piomoa/comentarios.php?id=2652
"Esta trampa para elefantes, que tanto miedo causa al PP, es muy fácil de desactivar, pero si no se hace con energía y despliegue de medios, siempre tendrán ventaja los tramposos (por describirlos con suavidad). Ayer, en la conferencia de Nuevas Generaciones del barrio de Salamanca, un periodista de un diario ultramanipulador de extrema izquierda –por desgracia no hay una izquierda normal en este país: UP y D y Ciutadans son de momento minorías muy pequeñas—, preguntó si los presentes, Isabel San Sebastián, García de Cortázar y yo, o Nuevas Generaciones, condenábamos el franquismo. Yo me iba ya, con prisas, e improvisé la siguiente respuesta: “No condeno al franquismo porque libró a España de la revolución, de la guerra mundial y de un nuevo intento de guerra civil que fue el maquis. Estoy más bien con Marañón y con Besteiro, que aceptaban aquel régimen, con todos sus defectos, porque salvaba al país de algo mucho peor. Y de la izquierda, la que me parece respetable es la de Besteiro, no la de Largo Caballero o Prieto. Y ustedes, ¿condenan al Frente Popular? ¿Condenan las checas?”.
Veo ahora que el periodista sinvergüenza escribe que “tuvo miedo de una agresión” porque mis palabras fueron aplaudidas por los asistentes al acto, cuando a él no solo se le permitió expresarse, sino que se me indicó que permaneciera en el acto unos minutos más, cuando ya me iba, a fin de contestar a su pregunta. Este tipo de envenenadores profesionales de las conciencias, que tanto denunció Besteiro, predomina hoy en los medios de masas. Y su responsabilidad es enorme."
Efectivamente, la mayoría de nuestros medios de comunicación son estómagos agradecidos. Si no fuera por la Cope y por Internet no nos enteraríamos de la misa la mitad.
Toda mi solidaridad a Pío Moa, cuyos libros son interesantísimos y muy bien documentados.
Los cobardes prefieren meterle en la cárcel antes que argumentar con él en qué no están de acuerdo. ¡Una auténtica vergüenza!
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