martes, noviembre 13, 2007

Carta a un amigo eco-cobarde

Por Angel

Hoy, y a bote pronto, le he contestado a un amigo asustado por el cambio climático y que me invita al apagón simbólico del día lo que podéis leer a continuación.
Me ha dado por llamar a estos amigos, conocidos o desconocidos sean del lugar que sean, como eco-cobardes.


Querido X:



"... es advertirte que conmigo pinchas en hueso en la cuestión climática.
Me tengo por científico y con buena mente (perdón por lo que pueda suponer de pedante).


Creo en el cambio climático; ¡cómo no, si la historia de la tierra es un permanente cambio de tal género!


Pero no creo en el catastrofismo climático.


Como ser humano no soy tan petulante como para creerme que somos más nocivos como especie que lo que son las propias leyes naturales con el cambio conocido, tiempo ha, del norte magnético, la relación del eje de la tierra relativamente con el sol, o las manchas solares y la actividad de nuestra estrella 'origen de la vida'.


A nuestros nuevos inquisidores sociales (vividores como un Torquemada cualquiera) cual son la pléyade de burócratas ecologistas (ya que de una estrella hablamos), nuestra nueva religión 'eco', y especialmente nuestros avispados eco-predicadores apocalípticos, modelo Al Gore premiado además con un Nobel de la Paz, les digo que me la retambufan, pero que tengo miedo a su influencia social que estimo puede ser nefasta.


El hombre se supone que es un ser racional, y no un ser en manada que dirige un líder al abismo o a la gloria; me es indiferente; lo importante es que creía en el hombre como individuo, individualidad que nos debería caracterizar.


En una palabra; me acobarda y descocierta no el cambio climático en sí -que existe- sino la credulidad de la especie humana que parece haber anulado el espíritu crítico que el Renacimiento europeo propició.


Nos hemos convertido en sujetos atemorizables ante cualquier cantamañas que los medios de comunicación consideren económicamente rentables para su cuenta de resulatados y para la de aquél ¡por supuesto!.


Mis más cordiales saludos, X


Ángel

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