Preso etarra: despojo del pueblo vasco
Por Jesús Salamanca
Constantemente la burra vuelve al trigo. No hay manera de hacer entender a la banda que nadie quiere acercarse a ellos. Hasta Pérez Rubalcaba daba marcha atrás y repetía la misma cantinela: “mientras dure la violencia no habrá ningún tipo de diálogo”. Y mientras tanto, el presidente – sonrisa bobalicona incluida – no sabía a qué atenerse.
Se suele decir que no hay peor sordo que el que no quiere oír, pero en este caso sí hay un sordo peor: aquel a quien por un oído le entra y por otro le sale. La banda nunca ha escuchado y solo le preocupaban sus planteamientos. Por suerte, aún el Estado de Derecho no ha degenerado en un ‘Estado de desecho’.
Hay varios aspectos concretos, precisos y clave en lo que al terrorismo etarra se refiere, a saber: Los presos de la banda nunca deben ser negociables. Deben cumplir íntegras las penas. Es urgente un nuevo Plan Penitenciario de alejamiento de presos. En España no hay presos políticos, tampoco hay más conflicto en las provincias vascongadas que el que ETA crea a diario. A estas alturas del siglo XXI la territorialidad y la autodeterminación son una ‘patochada’ a la que solo le falta la boina de cateto penitente. La amnistía de etarras a nadie se le pasa por la cabeza. No existe naturaleza política en el conflicto,… A todo ello hay que añadir que la banda tiene un camino firme y despejado: rendición, entrega de las armas y cumplimiento íntegro de las penas. La sociedad española se lo está repitiendo hasta la saciedad.
ETA y su entorno, conscientes de que no tienen salida posible, pretenden hacerse notar sacando a relucir su osadía de “inicio de un ciclo nuevo”, además de recalcar “la importancia política” que para ellos supone llegar a la excarcelación de los presos de la banda. Lo que más sorprende es la hipocresía de ETA cuando habla de presos de cara a la galería: los presos son ‘material quemado’ por y para la banda. No hay que olvidar que muchas familias de presos etarras ingresan importantes cantidades económicas procedentes de ayudas y subvenciones que, además, el Gobierno vasco ampara, patrocina y otorga. El preso etarra es un chollo, siempre que permanezca preso. Y cada vez es más difícil que muchas familias sigan disimulando inútilmente.
Hay tres puntos que hacen inviable cualquier tipo de diálogo: la territorialidad, la autodeterminación y la petición de amnistía. Por otra parte, existe un concepto utilizado por ETA y Batasuna que hace imposible entender sus planteamientos; me refiero a lo que llaman: “Proceso democrático”. El uso de este concepto es un insulto a la ciudadanía en boca de asesinos, mafiosos y verdugos.
Junto al citado concepto de artificio, muy propio de la banda, suelen hacer uso de otros que bien pueden considerarse como un ataque al sentido común. Y quien no lo crea que lea estas tres perlas: “acoso policial y judicial a los vascos”, “reconocimiento del estatus político de los presos”, “reconocimiento pendiente para quienes han sufrido los efectos de la violencia estatal”. De pena y de vergüenza. Si la maldad de esta gente pudiera levantar el vuelo, es seguro que no nos daría el sol.
Jesús Salamanca
Se suele decir que no hay peor sordo que el que no quiere oír, pero en este caso sí hay un sordo peor: aquel a quien por un oído le entra y por otro le sale. La banda nunca ha escuchado y solo le preocupaban sus planteamientos. Por suerte, aún el Estado de Derecho no ha degenerado en un ‘Estado de desecho’.
Hay varios aspectos concretos, precisos y clave en lo que al terrorismo etarra se refiere, a saber: Los presos de la banda nunca deben ser negociables. Deben cumplir íntegras las penas. Es urgente un nuevo Plan Penitenciario de alejamiento de presos. En España no hay presos políticos, tampoco hay más conflicto en las provincias vascongadas que el que ETA crea a diario. A estas alturas del siglo XXI la territorialidad y la autodeterminación son una ‘patochada’ a la que solo le falta la boina de cateto penitente. La amnistía de etarras a nadie se le pasa por la cabeza. No existe naturaleza política en el conflicto,… A todo ello hay que añadir que la banda tiene un camino firme y despejado: rendición, entrega de las armas y cumplimiento íntegro de las penas. La sociedad española se lo está repitiendo hasta la saciedad.
ETA y su entorno, conscientes de que no tienen salida posible, pretenden hacerse notar sacando a relucir su osadía de “inicio de un ciclo nuevo”, además de recalcar “la importancia política” que para ellos supone llegar a la excarcelación de los presos de la banda. Lo que más sorprende es la hipocresía de ETA cuando habla de presos de cara a la galería: los presos son ‘material quemado’ por y para la banda. No hay que olvidar que muchas familias de presos etarras ingresan importantes cantidades económicas procedentes de ayudas y subvenciones que, además, el Gobierno vasco ampara, patrocina y otorga. El preso etarra es un chollo, siempre que permanezca preso. Y cada vez es más difícil que muchas familias sigan disimulando inútilmente.
Hay tres puntos que hacen inviable cualquier tipo de diálogo: la territorialidad, la autodeterminación y la petición de amnistía. Por otra parte, existe un concepto utilizado por ETA y Batasuna que hace imposible entender sus planteamientos; me refiero a lo que llaman: “Proceso democrático”. El uso de este concepto es un insulto a la ciudadanía en boca de asesinos, mafiosos y verdugos.
Junto al citado concepto de artificio, muy propio de la banda, suelen hacer uso de otros que bien pueden considerarse como un ataque al sentido común. Y quien no lo crea que lea estas tres perlas: “acoso policial y judicial a los vascos”, “reconocimiento del estatus político de los presos”, “reconocimiento pendiente para quienes han sufrido los efectos de la violencia estatal”. De pena y de vergüenza. Si la maldad de esta gente pudiera levantar el vuelo, es seguro que no nos daría el sol.
Jesús Salamanca
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