Sospechoso silencio
Aún hay muchas preguntas que debería responder el ministro, Pérez Rubalcaba. La desinformación que protagoniza el Gobierno Rodríguez es más propia de regímenes cerrados que de consolidadas democracias, como la nuestra.
A muchos nos gustaría saber qué ha pintado Eguiguren en el ‘festival’ negociador y hasta dónde ha llegado. Hasta qué punto ha representado al Gobierno y en qué medida ha actuado por simple vanidad, ofreciendo y prometiendo lo que no estaba, ni está, a su alcance. No es ético que nos veamos obligados a investigarlo, pudiendo sacarnos de dudas el señor ministro, con mucho menos esfuerzo. Sabemos que ‘Chuchi’ Eguiguren ha sido quien más contactos ha mantenido con ETA en los últimos cinco años. No entendemos, por ejemplo, que el Partido Socialista no haya reconocido muchos de los contactos y diálogos entre ‘Chuchi’ y la banda. ¿O quedaban en Elgoibar solamente para ‘txikitear’? A ver si de una cita para ‘darle al pacharán’ va a haber surgido toda esta movida del mal llamado “proceso de paz”.
El ciudadano tiene derecho a saber qué sucedió en Suiza, en Oslo y en Ginebra. ‘Chuchi’ Eguiguren está obligado a dar explicaciones y no a permanecer en su miedoso silencio. Da la impresión de que en algunos casos ha hecho la guerra por su cuenta y eso va a perjudicar a Gobiernos venideros. Cada vez hay menos dudas respecto a que, cuando los aficionados entran en el juego, éste se desbarata. Y eso es lo que parece haber sucedido. Rodríguez sigue actuando a ‘salto de mata’ y así le cubre el pelo.
Muchos ciudadanos nos resistimos a seguir desinformados de cuanto aconteció en el caserío de Elgoibar y el motivo por el que casi siempre se citaban allí Arnaldo Otegi y Jesús Eguiguren. Gobernando aún Aznar hay constancia de que se dieron cita en numerosas ocasiones, justo cuando la Ley de Partidos llevaba a que Batasuna fuera ilegalizada. ¿Tenía el presidente Rodríguez conocimiento de esas reuniones? ¿Estaba Eguiguren actuando a sus espaldas? Si el asesor vasco estaba actuando por su cuenta, era una simple reunión de amigos y como tal debe quedar; pero si estaba autorizado por Rodríguez, la cosa es grave, muy grave y muy seria; porque supone la consumación de la traición. Esa de la que le han acusado con tanta frecuencia y que él ha negado, como Pérez Rubalcaba acostumbra a negar la mayor.
Cada vez son más las dudas que asaltan a cualquiera que esté interesado en las negociaciones entre el Gobierno Rodríguez y ETA. Por ejemplo, también es preciso saber a cuántas reuniones asistió Patxi Egea y qué papel desempeñó en las reuniones. Mis datos me dicen que Egea es, o al menos ha sido, amigo personal de Otegi; también fue consejero de Trabajo del Gobierno Vasco, entre otros cargos de renombre.
El Gobierno se ha centrado tanto en el terrorismo, en ‘besuquear’ a Batasuna y en tontear con ANV que ahora se encuentra desconcertado. Algunos han llegado a pensar que han saltado chispas en el entorno del Gobierno, hasta el punto que la vicepresidenta De la Vega se ha encarado con secretarios de Estado y subsecretarios y les ha dicho bien claro que “faltan iniciativas desde los ministerios para afrontar la etapa final de la legislatura”. Pero ahí no se ha quedado la cosa. En un momento de tensión, María Teresa Fernández de la Vega no se ha cortado lo más mínimo: “Parece que sobran la mitad de los ministerios y, si se suprimieran, ganaría el erario publico”. Algunos y algunas, cuando se enfadan, se parecen a los niños: suelen decir la verdad. La vicepresidenta, al contrario que Descartes, no sabe que la razón es el bien más equitativamente repartido; todos están convencidos de tener suficiente.
Jesús Salamanca Alonso
A muchos nos gustaría saber qué ha pintado Eguiguren en el ‘festival’ negociador y hasta dónde ha llegado. Hasta qué punto ha representado al Gobierno y en qué medida ha actuado por simple vanidad, ofreciendo y prometiendo lo que no estaba, ni está, a su alcance. No es ético que nos veamos obligados a investigarlo, pudiendo sacarnos de dudas el señor ministro, con mucho menos esfuerzo. Sabemos que ‘Chuchi’ Eguiguren ha sido quien más contactos ha mantenido con ETA en los últimos cinco años. No entendemos, por ejemplo, que el Partido Socialista no haya reconocido muchos de los contactos y diálogos entre ‘Chuchi’ y la banda. ¿O quedaban en Elgoibar solamente para ‘txikitear’? A ver si de una cita para ‘darle al pacharán’ va a haber surgido toda esta movida del mal llamado “proceso de paz”.
El ciudadano tiene derecho a saber qué sucedió en Suiza, en Oslo y en Ginebra. ‘Chuchi’ Eguiguren está obligado a dar explicaciones y no a permanecer en su miedoso silencio. Da la impresión de que en algunos casos ha hecho la guerra por su cuenta y eso va a perjudicar a Gobiernos venideros. Cada vez hay menos dudas respecto a que, cuando los aficionados entran en el juego, éste se desbarata. Y eso es lo que parece haber sucedido. Rodríguez sigue actuando a ‘salto de mata’ y así le cubre el pelo.
Muchos ciudadanos nos resistimos a seguir desinformados de cuanto aconteció en el caserío de Elgoibar y el motivo por el que casi siempre se citaban allí Arnaldo Otegi y Jesús Eguiguren. Gobernando aún Aznar hay constancia de que se dieron cita en numerosas ocasiones, justo cuando la Ley de Partidos llevaba a que Batasuna fuera ilegalizada. ¿Tenía el presidente Rodríguez conocimiento de esas reuniones? ¿Estaba Eguiguren actuando a sus espaldas? Si el asesor vasco estaba actuando por su cuenta, era una simple reunión de amigos y como tal debe quedar; pero si estaba autorizado por Rodríguez, la cosa es grave, muy grave y muy seria; porque supone la consumación de la traición. Esa de la que le han acusado con tanta frecuencia y que él ha negado, como Pérez Rubalcaba acostumbra a negar la mayor.
Cada vez son más las dudas que asaltan a cualquiera que esté interesado en las negociaciones entre el Gobierno Rodríguez y ETA. Por ejemplo, también es preciso saber a cuántas reuniones asistió Patxi Egea y qué papel desempeñó en las reuniones. Mis datos me dicen que Egea es, o al menos ha sido, amigo personal de Otegi; también fue consejero de Trabajo del Gobierno Vasco, entre otros cargos de renombre.
El Gobierno se ha centrado tanto en el terrorismo, en ‘besuquear’ a Batasuna y en tontear con ANV que ahora se encuentra desconcertado. Algunos han llegado a pensar que han saltado chispas en el entorno del Gobierno, hasta el punto que la vicepresidenta De la Vega se ha encarado con secretarios de Estado y subsecretarios y les ha dicho bien claro que “faltan iniciativas desde los ministerios para afrontar la etapa final de la legislatura”. Pero ahí no se ha quedado la cosa. En un momento de tensión, María Teresa Fernández de la Vega no se ha cortado lo más mínimo: “Parece que sobran la mitad de los ministerios y, si se suprimieran, ganaría el erario publico”. Algunos y algunas, cuando se enfadan, se parecen a los niños: suelen decir la verdad. La vicepresidenta, al contrario que Descartes, no sabe que la razón es el bien más equitativamente repartido; todos están convencidos de tener suficiente.
Jesús Salamanca Alonso
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