Desde mi trinchera liberal: ¿pero qué ha dicho Rouco?
Las palabras del Cardenal Rouco en su preciosa homilía sobre el Corpus Christi han sido aprovechadas por ciertos sectores para resucitar a los denominados "curas rojos" de entrevías. La izquierda siempre es obsesiva coleccionando imposibles mariposas
Cualquiera que haya leído los titulares de algunos medios de comunicación, habrá constatado la dureza de los mismos con el cardenal Rouco. Cabeceras como "Rouco arremete contra el párroco de Entrevías", no han sido infrecuentes. En este punto, conviene, por pura higiene intelectual, leer con cuidado la homilía de Rouco.
Lo primero que hay que destacar es que en la homilía no hay mención expresa a los curas de entrevías, por lo que hay que sospechar que la tormenta mediática ha sido, en gran medida, inducida desde el interés sectario.
Tenemos que inferir, por tanto, que la relación entre las palabras de Rouco y los curas de Entrevías la han establecido en el siguiente párrafo de la homilía:
Tenemos que inferir, por tanto, que la relación entre las palabras de Rouco y los curas de Entrevías la han establecido en el siguiente párrafo de la homilía:
"Examinarse a sí mismo antes de participar en la mesa del Señor –como exige el apóstol– conlleva aceptar el misterio eucarístico como sacramento de la muerte de Cristo, comprenderlo en el marco de la tradición que se remonta al Señor, y confesar de palabra y de obra la fe en la presencia de Cristo en la Eucaristía que se concreta en la adoración humilde y gozosa de su Cuerpo y de su Sangre. Por eso, hemos de lamentar con profundo dolor los abusos y profanaciones de este sacramento de los que hemos sido testigos recientemente en nuestra diócesis y que apartan a sus autores de la comunión en la fe y en la vida eclesial, que es el único marco válido de celebración de estos sagrados misterios."
Como se ve, las palabras de Rouco no están dichas desde la autoridad prepotente, insensible o caprichosa, sino desde el lamento. Y desde la necesidad de mantener la ortodoxia. La reconvención puede sonar dura, pero dura y muy grave es la materia. Rouco habla de profundo dolor mientras otros convierten la Eucaristía en un trasiego de bizcochos. Juzguen ustedes mismos.
Refuerza Rouco su discurso con unas palabras del Santo Padre, que transcribo por su interés:
" Es necesario que los sacerdotes sean conscientes de que nunca deben ponerse ellos mismos o sus opiniones en el primer plano de su ministerio, sino a Jesucristo. Todo intento de ponerse a sí mismos como protagonistas de la acción litúrgica contradice la identidad sacerdotal. Esto se expresa particularmente en la humildad con que el sacerdote dirige la acción litúrgica, obedeciendo y correspondiendo con el corazón y la mente al rito, evitando todo lo que pueda dar precisamente la sensación de un protagonismo inoportuno."
No ha citado directamente a nadie en concreto Rouco, y tampoco lo voy a hacer yo. Sería otorgarles un protagonismo inmerecido. Me quedo pues con mi adhesión inquebrantable al Cardenal Rouco y con una frase extraída de su homilía:
"la Eucaristía, el sacramento de su Cuerpo y de su Sangre que la Iglesia posee como su más sagrado y venerable tesoro. "
Hay quien pretende saquear ese gran tesoro. Y el Señor no se ha quedado para eso.
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