viernes, marzo 16, 2007

¿Transgresores o practicones paniaguados?


La publicación de un libro de fotografías de JAM Montoya por parte de la Junta de Extremadura, una obra ya antigua según parece, aunque es ahora cuando la polémica ha saltado a los medios, me recuerda un viejo artículo que había publicado en otro lugar y que ahora les dejo al final de este excurso. Vaya por delante que no me fío de los papanatas culturales, transgredir en arte supone apostar por soluciones que aporten algo novedoso en la eterna reflexión intelectual que debiera ser la creatividad humana. Señaladamente si la opción implica algún riesgo o compromiso social. En este sentido trasgredía por ejemplo Miguel Ángel, al desechar las anatomías efébicas del primer Renacimiento para abrazar las formas hercúleas que había admirado en el torso Belvedere. Pero desde que los marchantes dejaron de soplarle a los artistas consagrados, la cosa cambió para mal, hacia el inmenso trágala de estentóreas cagadas justificadas con la inevitable ayuda de insoportables monumentos a la tautología discursiva.


Es decir, que más a menudo de lo que seguramente pareciera necesario, nos presentan al común monumentales engendros, sin ir más lejos, ayer vi en la tele la perfomance de un tipo gordo que, desnudo y orondo como estaba, simplemente, se orinaba por encima; gilipolleces sin cuento que aparentan ser fabricadas con el mismo culo del artista para verse alegremente sacralizadas por la inteligentzia cultural. Una forma de que se aseguren un sustancioso medio de vida la legión de artífices torpes y fracasados que hemos de mantener, sobre todo con dinero público. Dicen que son transgresores, ¿de qué?, nada les ocurrirá por ridiculizar a Cristo o la Virgen; serían transgresores si por ofertar sus propuestas luchasen contra la intolerancia organizada de ciertos amigos de oriente, por ejemplo; pero no lo harán, tampoco hay que morir por la paniaguada subvención.


Todo este lío me recuerda a los célebres genios culturales del tardo franquismo, siempre quejosos de que la censura coartaba su creatividad, al final supimos que sólo Cela, Marsé y a veces Umbral sabían escribir, y Don Camilo, mire usted por donde, había sido hasta censor bajo el régimen del señor Baamonde. No amigos, el genio se ve enseguida, no hay porqué echarle la culpa al tiempo o a los malos alimentos. Otro ejemplo, ¿parió Lluis LLach alguna canción mejor que la L’estaca tras la muerte del general? ¿Verdad que no?


En fin, ahí les dejo el viejo artículo y ya me irán contando.

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