Todos los silencios del presidente
Por Roberto Blanco Valdés La Voz 18 Marzo 2007
HABRÍA bastado con que el presidente del Gobierno hubiera afirmado sobre Navarra lo que acaban de proclamar allí solemnemente sus compañeros socialistas para que todos los que protestan contra el uso partidista que hace el PP de las palabras de Rodríguez Zapatero se llenasen de razón.
Nos comprometemos a «no proponer y a votar no a cualquier propuesta de incorporación total o parcial, institucional o funcional, de Navarra a la comunidad autónoma vasca o en cualquier otro ente político de parecida naturaleza que pueda plantearse»: con esa sencillez, compresible para todos, se han manifestado los socialistas de Navarra.
¿Se ha expresado el Gobierno con comparable claridad? En absoluto. El Gobierno ha practicado en este tema la ambigüedad que ya viene siendo habitual al referirse a todo lo relacionado con el contencioso vasco y se ha expresado con varias voces que, pese a sus diferencias, tienen en común que ninguna resulta lo rotunda que sería de esperar en un asunto de tantísima importancia.
Las palabras de la vicepresidenta -«Navarra no está en cuestión, no es negociable»- son mucho menos claras de lo que cabría deducir del tono prosopopéyico que en ella se ha convertido ya en habitual. Pues lo que viene a decirnos la señora De la Vega es que no se negociará sobre Navarra, lo que constituye una afectada redundancia: según el Gobierno, ni se ha negociado, ni se negocia, ni se negociará sobre nada en términos políticos, lo que excluye, por inclusión, negociar sobre Navarra.
La ambigüedad de fondo de la vicepresidenta se completa con la de su presidente, quien, como tantas otras veces, proclama una obviedad: que Navarra será lo que quieran los navarros. ¡Solo faltaría!
Por supuesto que Navarra será sólo lo que quieran los navarros, entre otras cosas porque así lo manda la Constitución de un modo taxativo. Pero no es esa la cuestión, ni tampoco la de si Navarra formará parte o no de una negociación que algunos miembros del Gobierno dicen está cerrada a cal canto. La cuestión es la de cuál será la posición del Ejecutivo socialista si se plantea en el futuro la incorporación de Navarra -o su unión de alguna forma- al País Vasco.
Es sobre eso sobre lo que se espera un nítido pronunciamiento del presidente del Gobierno -tan nítido como el de los socialistas de Navarra- que todavía no ha llegado. La razón que explica sus tercas evasivas es probablemente la misma que permite entender su pertinaz insistencia en el asunto de la paz y su ciega confianza en la conversión de Batasuna: la creciente incapacidad de Zapatero para aceptar la realidad cuando se contrapone a sus deseos.
1 comentario:
En la Moncloa habita el peor presidente de toda la Historia de la democracia y su respuesta siempre es culpar al PP y radicalizar su política.
Se manifiesta la AVT y la culpa es del PP.
Se manifiesta el Foro de Ermua y el responsable es el PP crispador.
Se manifiesta UPN y la culpa es del insolidario PP
Se manifiesta el PP... y la culpa es... ¡de la extrema derecha!
Los españoles nos merecemos algo mejor en la Moncloa, sin duda.
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