¿Existió alguna vez la T4?
Yo juraría que donde ahora hay un solar en trance de acabar de ser desescombrado antes se alzaba una construcción con varias plantas de aparcamiento. Diría incluso, pero me debe sin duda fallar la memoria, que el edificio fue derribado por una monstruosa explosión, y relaciono ese hecho con la muerte de dos ciudadanos ecuatorianos que no llegaron a tiempo o no se enteraron de la necesidad de desalojar.
No hace tanto tiempo de ello. Fue el penúltimo día del año pasado, hace por tanto escasamente 60 días. Y sin embargo, parece que eso nunca ocurrió. Los dos muertos lo fueron por nada y para nada, una simple nota a pie de página del “proceso”, un ruido de fondo molesto pero seguramente necesario para que algunos supiesen que la partida iba en serio. No, no me refiero al gobierno socialista. Creo que el atentado fue más bien un mensaje para consumo interno del propio mundo etarra, una prueba de fuerza de los terroristas con la plena convicción de que no pasaría nada. Quizá también un experimento, sí. Pero no un reto ni un chantaje. Para Zapatero, el atentado de Barajas está superado. Le vale la versión etarra de que no fue en realidad una ruptura de la tregua.
Le hacemos un enorme favor a Rodríguez Zapatero si damos por sentado que actúa chantajeado o coaccionado por la banda. Eso, aún siendo indigno de un gobernante, le daría una coartada. Sí, claro, le incapacitaría para el cargo que ocupa, pero le daría una coartada de humanidad débil pero bondadosa. No, Rodríguez Zapatero actúa como lo hace por convicción. Hace lo que hace porque lo quiere hacer, porque es lo que le pide el cuerpo y la conciencia. No es un cobarde, es mucho peor que eso. Por supuesto que hay una espada de Damocles sobre su cabeza, la que él mismo se ha colgado: la posibilidad de un atentado terrorista en vísperas electorales, algo que a partir del 2004 para siempre se cernirá sobre todos los gobernantes españoles. Pero las decisiones que toma están guiadas por sus convicciones, por sus objetivos, por sus creencias más íntimas. No culpemos al chantaje, no culpemos al miedo. Desde su perspectiva ideológica y mental, Rodríguez Zapatero está mucho más próximo a los esquemas políticos de ETA que a los de la derecha española. ETA “luchó” contra el franquismo que mató al abuelo del presidente. Rodríguez Zapatero no es la víctima de un chantaje. Es el protagonista entusiasta de un intento de rescribir la historia.
Germont
No hace tanto tiempo de ello. Fue el penúltimo día del año pasado, hace por tanto escasamente 60 días. Y sin embargo, parece que eso nunca ocurrió. Los dos muertos lo fueron por nada y para nada, una simple nota a pie de página del “proceso”, un ruido de fondo molesto pero seguramente necesario para que algunos supiesen que la partida iba en serio. No, no me refiero al gobierno socialista. Creo que el atentado fue más bien un mensaje para consumo interno del propio mundo etarra, una prueba de fuerza de los terroristas con la plena convicción de que no pasaría nada. Quizá también un experimento, sí. Pero no un reto ni un chantaje. Para Zapatero, el atentado de Barajas está superado. Le vale la versión etarra de que no fue en realidad una ruptura de la tregua.
Le hacemos un enorme favor a Rodríguez Zapatero si damos por sentado que actúa chantajeado o coaccionado por la banda. Eso, aún siendo indigno de un gobernante, le daría una coartada. Sí, claro, le incapacitaría para el cargo que ocupa, pero le daría una coartada de humanidad débil pero bondadosa. No, Rodríguez Zapatero actúa como lo hace por convicción. Hace lo que hace porque lo quiere hacer, porque es lo que le pide el cuerpo y la conciencia. No es un cobarde, es mucho peor que eso. Por supuesto que hay una espada de Damocles sobre su cabeza, la que él mismo se ha colgado: la posibilidad de un atentado terrorista en vísperas electorales, algo que a partir del 2004 para siempre se cernirá sobre todos los gobernantes españoles. Pero las decisiones que toma están guiadas por sus convicciones, por sus objetivos, por sus creencias más íntimas. No culpemos al chantaje, no culpemos al miedo. Desde su perspectiva ideológica y mental, Rodríguez Zapatero está mucho más próximo a los esquemas políticos de ETA que a los de la derecha española. ETA “luchó” contra el franquismo que mató al abuelo del presidente. Rodríguez Zapatero no es la víctima de un chantaje. Es el protagonista entusiasta de un intento de rescribir la historia.
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