viernes, marzo 23, 2007

Después del "Alto el Fuego".

BALANCE DE LAS ACTIVIDADES TERRORISTAS DE ETA ENERO–FEBRERO, 2007

Por MIKEL BUESA
Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid
Director de la Cátedra de Economía del Terrorismo


Con el atentado en la T–4 del Aeropuerto de Barajas, en Madrid, el «alto el fuego» de ETA, que se había iniciado nueve meses antes, quedó roto. La organización terrorista, en su comunicado reivindicativo, a pesar de que el atentado había dado lugar a dos víctimas mortales, pretendió que ese acontecimiento había sido sólo una interrupción y reclamó la continuidad del «alto el fuego», no sin descartar la comisión de nuevos atentados si sus pretensiones no encuentran satisfacción por parte del Gobierno español. Este último, por otra parte, aunque señaló que los contactos con ETA quedaban interrumpidos, en ningún momento ha declarado una ruptura en las relaciones con la banda y, por tanto, no ha descartado que continúe vigente la política de negociación que abrió en 2005 con ocasión de la declaración del Congreso de los Diputados que la autorizaba. A este respecto, conviene destacar que uno de los principales ideólogos del proceso de negociación entre el Gobierno y ETA, después de minimizar las consecuencias de dicho atentado, ha destacado que las «dos víctimas mortales no pueden utilizarse para desacreditar el proceso de paz» y que éste «ha dejado a ETA sin estrategia» y «se encuentra totalmente aislada», para concluir que «estamos a tiempo de evitar un nuevo retroceso», para lo que «el Gobierno debe evitar decisiones precipitadas a la espera de comprobar qué hace ETA: o bien renuncia a seguir por la senda iniciada el 30–D … o bien realiza nuevos atentados mortales, cerrando definitivamente la posibilidad del final dialogado de la violencia durante los próximos años»1. Por tanto, todo indica que la posición del Gobierno se inclina hacia la continuidad de la negociación con ETA, haciendo caso omiso tanto del referido atentado como de sus víctimas

Las anteriores circunstancias, unidas a la opacidad del Gobierno en cuanto al reconocimiento de los hechos de violencia política atribuibles a ETA o a las organizaciones de su entorno, así como al cierre de los tradicionales canales de recogida y difusión de información que mantenía el Ministerio del Interior hasta finales de 2005, hacen aconsejable mantener la realización de un informe periódico referente a las actividades terroristas, tal como se venía haciendo hasta el atentado de Barajas.

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