Hay cosas que no cambian
Germont en este artículo les propone un pasatiempo. Lean el párrafo siguiente e intenten atribuirle autor:
"¿A quién debe dirigirse la propaganda? ¿A los intelectuales o a la masa menos instruida? ¡Ella debe dirigirse siempre y únicamente a la masa!... La tarea de la propaganda consiste, no en instruir científicamente al individuo aislado, sino en atraer la atención de las masas sobre hechos y necesidades. ... Toda propaganda debe ser popular, y situar su nivel en el límite de las facultades de asimilación del más corto de alcances de entre aquellos a quienes se dirige... La facultad de asimilación de la masa es muy restringida, su entendimiento limitado; por el contrario, su falta de memoria es muy grande . Por lo tanto, toda propaganda eficaz debe limitarse a algunos puntos fuertes poco numerosos, e imponerlos a fuerza de fórmulas repetidas, por tanto tiempo como sea necesario, para que el último de los oyentes sea también capaz de captar la idea."
¿A que se les ocurren multitud de nombres, a cuál más actual? ¿A que identifican estos comportamientos aquí definidos con actitudes que cotidianamente vemos en nuestros periódicos? ¿A que lo único que les sorprende es la claridad con que el autor expone los mecanismos y objetivos de la propaganda y la manipulación de masas?
Pues salgan de dudas: el autor de estas teorías tan actuales y absolutamente vigentes a la luz de lo que nos rodea, es nada más y nada menos que Adolfo Hitler en su obra Mein Kampf. Parece que muchos de nuestros políticos no le hacen ascos a algunas de las argucias que contiene el vademecum del nacional socialismo. Debe ser la aplicación práctica de aquello otro de que el fin justifica los medios. Fíjense, aún más antiguo...
Germont
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