sábado, febrero 17, 2007

Quedarse en Blanco

Creo que las últimas andanzas del inefable José Blanco, Pepiño para los enemigos, justifican que la expresión “quedarse en blanco” contemple una nueva acepción. Primero (por no remontarnos más lejos) fue aquel inquietante “ruido de cheques” que según él sonaba como trasfondo de la deserción de los tamayos que brindó a Esperanza Aguirre la oportunidad de reconquistar la presidencia de la Comunidad de Madrid. La frase era afortunada, lo admito: tenía reminiscencias golpistas, aquel famoso y escalofriante “ruido de sables” que se oía en los primeros años del postfranquismo como advertencia de que la democracia estaba vigilada. Pero resulta que de los sonoros cheques nunca más se supo. Y no habrá sido, estoy seguro, porque Blanco y sus acólitos no hayan puesto empeño en buscarlos. ¿Qué se fizo de los tamayos, do moran? Le hubiera faltado tiempo al PSOE para pregonar sus supuestas repentinas fortunas, si éstas existiesen.
Superada la fase de los corrutos, y sin abandonar nunca la afición al adjetivo “masivo”, últimamente la ha tomado con las víctimas del terrorismo. Por un lado, tachó de farsante a un impedido físico que cometió el pecado de manifestarse junto a la AVT en silla de ruedas, en lugar de disimular con dignidad su minusvalía y marcarse unas carreritas. Pero su reciente denuncia contra el Foro Ermua por unas estúpidas cancioncillas coreadas supuestamente por algún patoso con micrófono supera ya lo mísero para entrar de lleno en lo patético. Blanco no da más de sí. El sí tiene una minusvalía, y no se esfuerza lo más mínimo en disimularla, ni tiene la posibilidad de paliarla con prótesis alguna. Es una deficiencia moral, no sé si congénita o sobrevenida, que se acentúa cuando le ponen cerca un atril, y se ve incrementada entonces con un ataque agudo de estulticia.
De ahí mi propuesta de que la expresión “quedarse en Blanco”, escrito con mayúscula, adquiera desde ahora un nuevo significado, aplicado a aquellos personajes de los que nada decente se puede esperar. Por ejemplo, “fíjate en fulanito, tantas aspiraciones como tenía, y finalmente se ha quedado en Blanco”. “Menganito, que iba para ministro y se ha quedado en Blanco”. “Zutanito, aquella joven promesa que se acabó quedando en Blanco”.


Germont

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