"Por la paz y contra el terrorismo" Una nueva trampa para elefantes
La manifestación que transcurrirá bajo el lema “Por la paz y contra el terrorismo” lleva camino de convertirse en una nueva trampa para elefantes diseñada específicamente para cazar a un proboscídeo muy concreto, que no es otro que el PP. Que por cierto se encamina hacia ella con paso firme y entusiasta.
Muchas veces hemos hablado de la torpeza innata de los conservadores en general para encontrar estrategias de comunicación que permitan que sus mensajes lleguen claros, nítidos y con sentido a sus destinatarios. Claro, cabe la posibilidad de que consideren que todo su electorado potencial está formado por registradores de la propiedad, notarios, abogados del estado y números uno en sus respectivas promociones. Pero seamos realistas: dudo mucho que aun sumando todos esos colectivos se reúnan votos suficientes para ganar unas elecciones.
Muchas veces hemos hablado de la torpeza innata de los conservadores en general para encontrar estrategias de comunicación que permitan que sus mensajes lleguen claros, nítidos y con sentido a sus destinatarios. Claro, cabe la posibilidad de que consideren que todo su electorado potencial está formado por registradores de la propiedad, notarios, abogados del estado y números uno en sus respectivas promociones. Pero seamos realistas: dudo mucho que aun sumando todos esos colectivos se reúnan votos suficientes para ganar unas elecciones.
Lo cierto es que el común de los mortales se guía y se deja llevar por mensajes sencillos aunque a menudo capciosos. Palabras repetidas como un mantra absorbente, términos a los que nadie en su sano juicio se opondría. Recordaréis aquella campaña de la bandera blanca: no a los accidentes, rezaba el lema que multitud de coches lucían. Pero, ¿es que hay alguien a favor de los accidentes? Evidentemente no, pero a la gente le motivan esos lemas facilones y elementales.
Ahora estamos con la paz. ¿Alguien puede estar contra la paz, así, como concepto abstracto? Claro que no, ni contra el amor ni contra la felicidad. Ya pueden aparecer treinta y cinco sesudos dirigentes populares explicando que en este caso la palabra paz tiene unas implicaciones que la vinculan con el proceso iniciado por Zapatero, y que por tanto salvo que se matice el lema ellos no pueden participar, y blablabla. A última hora, dos horas de sensata disertación sobre esta cuestión, por lo demás absolutamente cierta, se desmoronan con una frase de Pepiño: el PP se niega a manifestarse por la paz. Añadámosle a los Bardem y unos cuantos más que se manifestaban contra la guerra y contra el PP, y ya tenemos nuevamente el soufflé: el PP quiere la guerra, el PP no está por la paz, el PSOE sí.
No sé si me explico. El PP tiene toda la razón en su argumentación, pero no sirve absolutamente para nada, y cualquier esfuerzo por justificar su postura está condenado al fracaso más estrepitoso. Centenares de miles de personas (en este caso sí, ya lo veréis: millones contará la Delegación del Gobierno) se manifestarán tras el lema “por la paz y contra el terrorismo”, arropando además a los representantes del gobierno que tomarán la precaución de colocarse estratégicamente entre la masa.
Con todo esto no quiero decir que el PP debiera actuar de otra manera. Simplemente, hay situaciones que no tienen solución, y eso en general evidencia que el otro jugador es bueno. El buen ajedrecista es aquel que es capaz no sólo de prever los movimientos, sino de forzar los que haya de hacer el contrario. Con esta manifestación el gobierno coloca al PP ante una jugada diabólica, sin solución: si van, su presencia será utilizada como demostración de que apoyan al gobierno, amén de que serán abucheados por el pueblo “espontáneamente”. Si no van, están contra la paz.
¿Cómo se combate esto? Sólo con anticipación, no hay otra. No puede ser que al PP le vayan tendiendo trampas y emboscadas. En cualquier país normal es la oposición la que le monta celadas al gobierno, pero aquí sucede a la inversa. El PP solo saldrá adelante si toma la iniciativa, en lugar de ir a remolque. La única solución es ir por delante, no hay más. Y hoy por hoy eso no sucede.
No sé si me explico. El PP tiene toda la razón en su argumentación, pero no sirve absolutamente para nada, y cualquier esfuerzo por justificar su postura está condenado al fracaso más estrepitoso. Centenares de miles de personas (en este caso sí, ya lo veréis: millones contará la Delegación del Gobierno) se manifestarán tras el lema “por la paz y contra el terrorismo”, arropando además a los representantes del gobierno que tomarán la precaución de colocarse estratégicamente entre la masa.
Con todo esto no quiero decir que el PP debiera actuar de otra manera. Simplemente, hay situaciones que no tienen solución, y eso en general evidencia que el otro jugador es bueno. El buen ajedrecista es aquel que es capaz no sólo de prever los movimientos, sino de forzar los que haya de hacer el contrario. Con esta manifestación el gobierno coloca al PP ante una jugada diabólica, sin solución: si van, su presencia será utilizada como demostración de que apoyan al gobierno, amén de que serán abucheados por el pueblo “espontáneamente”. Si no van, están contra la paz.
¿Cómo se combate esto? Sólo con anticipación, no hay otra. No puede ser que al PP le vayan tendiendo trampas y emboscadas. En cualquier país normal es la oposición la que le monta celadas al gobierno, pero aquí sucede a la inversa. El PP solo saldrá adelante si toma la iniciativa, en lugar de ir a remolque. La única solución es ir por delante, no hay más. Y hoy por hoy eso no sucede.
2 comentarios:
El hecho de que José María Aznar sea una de las personas más irresponsables de la política española no obliga a todos los demás a imitarle, incluso, aunque fuera para defenderse de esa irresponsabilidad.
Para toda persona con sentido común y no cegada por una furia partidista, es evidente que en la posición de José María Aznar hay dos cosas intolerables.
La primera, su capacidad de mentir sobre los hechos que él mismo ha protagonizado para deteriorar la imagen y la legitimidad del actual gobierno de España.
Y la segunda, que no es menos cruel que la primera, es que el ex presidente está dispuesto a cualquier cosa para hacer efectivo su rencor en contra no solo de los intereses del gobierno sino para hacerlo menoscabando los del Estado.
Frente a una deslealtad tan manifiesta parecería lógico hacer lo que él también hizo: desclasificar documentos de inteligencia que dejarían a los pies de los caballos la actitud del ex presidente. Pero al igual que ocurrió con su decisión de hacer públicos documentos secretos, quien sale perdiendo de este asunto es la seguridad del estado y la confianza en los mecanismos de defensa.
Es hora de que la sociedad civil se sobreponga a las peleas de partidos en un tema tan serio como la lucha antiterrorista. Pero las condiciones para recuperar esta seriedad es que personas que demuestran un desprecio tan evidente por los intereses de España no tengan sitio en nuestra vida política.
Como es la espana de zapatero? La Italia de Prodi es mal. ciao pierluigi http://blog.libero.it/dust
Publicar un comentario