Cui prodest?
El Supremo ha desestimado la querella contra Zapatero, el gobierno en pleno y no sé quién más por las reuniones mantenidas con Batasuna. Es uno de los más claros ejemplos de cómo dar argumentos al adversario, es como atacar una posición enemiga y tener que replegarse dejando en poder del rival todo el equipo y la munición. Otros letrados más versados que yo habrá para opinar, pero creo que a cualquiera con un par de cursos de derecho se le habría alcanzado que esto no iba a ningún lado. Tanto es así que, si fuésemos mal pensados, podríamos plantearnos incluso qué se pretendía con esta iniciativa. La consecuencia es que ahora el gobierno presume, sin razón por supuesto, pero presume, de que la justicia avala el diálogo con ETA – Batasuna. Evidentemente, el Supremo no avala nada, sino que simplemente ha declarado que un supuesto concreto que se ha sometido a su consideración no es constitutivo de delito. Pero permite al denunciado exhibir y utilizar orgullosamente la resolución, y darle carácter general.
Es lo que suele suceder cuando algunas asociaciones o particulares creen descubrir la piedra filosofal en las querellas y denuncias, tal vez aconsejadas por algún letrado con afán de notoriedad, o movidas por intereses espurios. No estoy diciendo en absoluto que esto responda a una estrategia preconcebida, pero parece indiscutible que si se hubiese querido preparar no se hubiera podido hacer mejor, y que el gobierno y el PSOE deberían estar inmensamente agradecidos a los firmantes de la querella.
Los tribunales de justicia no están para eso, y las querellas contra presidentes y ministros por actuaciones de tipo político son auténticos brindis al sol que no llevan a ninguna parte. Y en ocasiones no sólo eso, sino que brindan al querellado una serie de instrumentos de los que no disponía para defender unos hechos que debían haberse mantenido en el terreno de la censura política y moral, pero no jurídica.
Germont
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