Soy facha
Alfonso Ussia publica en su columna un mensaje de un buen amigo.
Me siento español y quiero sin límites a mi Patria. Soy un facha.
Mis escasas ¿por la edad? actividades políticas durante el franquismo fueron rotundamente antifranquistas. Pero soy un facha.
Voté con ilusión y entusiasmo a favor de la reforma política y en el «referéndum» de la Constitución. Pero soy un facha.
Creo en el principio de solidaridad entre los territorios de España, y defiendo que los más favorecidos tienen que ayudar a las autonomías más deprimidas. Pero soy un facha.
He estado, estoy y estaré siempre del lado de la libertad, pero soy un facha.
Me repugnan las dictaduras y las tiranías, de un signo o de otro, pero soy un facha.
Creo en la independencia del Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo y el Poder Judicial. Precisamente por ello, soy un facha.
Creo que no hay ninguna nación en Europa más abierta a la descentralización administrativa que España. Y soy un facha.
Creo en la obligación moral y ética, como parte de la sociedad de una nación desarrollada, de acoger y ofrecer toda clase de oportunidades a los inmigrantes. Y soy un facha.
Creo en la libertad de opinión y de expresión, y, por ello, soy un facha.
Creo que la administración del dinero público no consiste en el despilfarro, las ayudas personales o las inversiones ruinosas e innecesarias, y soy un facha.
Creo en Dios y en la civilización y humanismo cristianos, de ahí mi condición de facha.
Creo en la libertad de los padres para elegir la educación de sus hijos, y soy un facha.
Creo en el individualismo y recelo del colectivismo, y soy un facha.
Creo en la igualdad de oportunidades y en la obligación de los poderosos de contribuir al equilibrio de los débiles, y soy un facha.
Creo en el honor, en la lealtad, en el amor y en la honestidad. Y soy un facha.
No creo en los nacionalismos excluyentes, étnicos e históricamente inventados, y soy un facha.
No creo en el rencor como instrumento fundamental para ejercer la política, y soy un facha.
Creo en el perdón y la reconciliación de todos los españoles, y soy un facha.
Creo que el futuro de España y de cuarenta millones de españoles no puede continuar en manos de unas minorías antiespañolas y chantajistas. Y lo creo porque soy demócrata, pero soy un facha.
Creo en el latín y en el griego, en la Poesía y en el Arte, en la palabra y el trazo, y soy un facha.
Creo lo mismo en Manuel que en Antonio Machado, prueba irrefutable de que soy un facha.
Creo que ser español y sentirse español es tan duro como maravilloso, y soy un facha.
Creo en los símbolos y en las emociones, y soy un facha.
Creo en la Justicia, y soy un facha.
Creo que los asesinos no pueden tener más privilegios que las familias de los asesinados, y soy un facha.
Creo en la siembra del sentido común regado con la sangre de mil españoles inocentes, y soy un facha.
Creo en la vigencia de nuestra Constitución, en sus amparos y en sus obligaciones. Y soy un facha.
No creo en la división de España y en el establecimiento de diferencias entre los españoles, y soy un facha.
Pues eso, ¡qué le voy a hacer! Soy un facha.
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