¡Excelente Juan Granados y "su aviso" a políticos
Aviso a aprendices de político y resabiados en general: manera en la que Napoleón Bonaparte acabó con la bancarrota del Estado
de Juan Granados, el Sábado, 4 de agosto de 2012 a la(s) 20:16 ·
Allá por 1800, cuando Napoleón accedió al Consulado, enderezó las cuentas públicas en un año...creando un cuerpo de funcionarios fiscales, miren ustedes por donde y extraigan las consecuencias precisas:
"Como cualquiera podría suponer, Napoleón comenzó su tarea de gobierno al minuto siguiente de ser nombrado. Era mucha la faena que tenía por delante, construir todo un Estado, pero antes de ello, debía sanear las cuentas públicas que el Directorio había contribuido a adelgazar hasta reducirlas prácticamente a la nada, o lo que es peor, a una deuda inasumible. Las cifras que se encontró Bonaparte al acceder al consulado eran ciertamente descorazonadoras: el Tesoro público poseía en efectivo tan solo 167.000 francos, en tanto debía a los acreedores 475 millones. El papel moneda que circulaba por doquier valía menos que nada debido a la inflación que se había generado. Los funcionarios civiles no cobraban desde hacía 10 meses, con el ejército era todavía peor, cuando Napoleón se interesó por el importe de las soldadas a un oficial del servicio de intendencia militar, la respuesta fue desoladora:
—Pero puede saberlo gracias a las nóminas de pago —afirmó el Primer Cónsul.
—No pagamos al ejército —respondió el oficial.
—Entonces, mediante las listas de raciones —insistió Napoleón.
—No lo alimentamos —fue la respuesta —Gracias a las listas de uniformes, entonces.
—Tampoco lo vestimos.
Lo mismo ocurría en todos las partidas que dependían del dinero público, en los asilos de huérfanos ya morían los niños de hambre, era urgente financiarse como fuese. Sin perder el tiempo, Bonaparte obtuvo un par de millones de francos de banqueros de Génova y otros tres de bancos nacionales, con eso y la creación de un juego de lotería, se pudo evitar la quiebra total durante los primeros meses del Consulado, pero no sería suficiente si no se racionalizaba el sistema fiscal y el régimen de exacciones para el Estado. Como primera medida, Napoleón dispuso la creación de un cuerpo de 840 funcionarios, ocho por departamento, dedicados exclusivamente a recaudar impuestos. Para formar parte del mismo, se les exigió adelantar un 5% del ingreso anual previsto. Ni que decir tiene que los nuevos inspectores se aplicaron con celo a su tarea, de forma que pronto aseguraron la continuidad del Estado durante diez días más, poco después un mes. Para incentivar la contribución, prometió que pondría el nombre del primer departamento que alcanzase el 100% de lo exigido a una plaza de París, el resultado del desafío fue la actual plaza des Vosges. El nuevo sistema, que grababa sobre todo las rentas y la propiedad se mostró mucho más eficaz que la desbocada hidra impositiva del Antiguo Régimen basada en docenas de gabelas exigidas al pueblo. Consiguió obtener una media anual de 660 millones de francos, 185 más que los que solía recaudar el sistema anterior. Con el tiempo, el régimen fiscal se complementó con una serie de impuestos indirectos y rentas estancadas: vino, naipes y carruajes (1805), sal (1806) y tabaco (1811).
A la vez que lograba que el dinero volviese a fluir por las venas del Estado, se propuso reducir todo gasto superfluo, enfrentando a dos ministerios como “enemigos naturales” el de Finanzas y el del Tesoro, como el mismo afirmaba: “Uno me dice: "Prometí tanto, y se debe tanto"; y el otro: "Se ha recaudado tanto". Al enfrentarlos obtengo seguridad”. Mientras murmuraba para sí “estoy rodeado por una pandilla de canallas”, el pequeño cabo consiguió equilibrar el presupuesto, retiró el papel moneda sobrante y redujo la deuda pública a la minúscula cantidad de ochenta millones de francos, cuando el Estado había llegado a deber, como ya hemos dicho, 475 millones. Todo ello a costa de revisar, muchas veces en persona, las cuentas públicas. Se cuenta que en cierta ocasión encontró un error contable de un franco con cuarenta y cinco céntimos en un presupuesto de varios miles de francos.
Para evitar el carácter usurario de los préstamos bancarios que debió suscribir al principio a un 16% de interés, cuando consideraba que cualquier tipo superior al 6% era un robo, el 13 de febrero de 1800 creó el Banco de Francia, con un capital inicial de treinta millones de francos, con capacidad de emitir moneda hasta el límite lógico de las reservas reales en oro, limitando el interés de sus préstamos al 6% establecido, cualquier ganancia adicional debería integrar sus fondos de reserva. Para mayor seguridad, en 1807 fundó una oficina de Auditoría con la misión de controlar cada céntimo del gasto público. De esta manera, nunca necesitó devaluar la moneda circulante y el costo de la vida se mantuvo estable desde el primer año de su Consulado. Para muestra la evolución del valor de de los bonos de la deuda pública, que se cotizaban a doce francos al final del Directorio, a 44 francos en 1800 y valían 94,40 en 1807."
"Como cualquiera podría suponer, Napoleón comenzó su tarea de gobierno al minuto siguiente de ser nombrado. Era mucha la faena que tenía por delante, construir todo un Estado, pero antes de ello, debía sanear las cuentas públicas que el Directorio había contribuido a adelgazar hasta reducirlas prácticamente a la nada, o lo que es peor, a una deuda inasumible. Las cifras que se encontró Bonaparte al acceder al consulado eran ciertamente descorazonadoras: el Tesoro público poseía en efectivo tan solo 167.000 francos, en tanto debía a los acreedores 475 millones. El papel moneda que circulaba por doquier valía menos que nada debido a la inflación que se había generado. Los funcionarios civiles no cobraban desde hacía 10 meses, con el ejército era todavía peor, cuando Napoleón se interesó por el importe de las soldadas a un oficial del servicio de intendencia militar, la respuesta fue desoladora:
—Pero puede saberlo gracias a las nóminas de pago —afirmó el Primer Cónsul.
—No pagamos al ejército —respondió el oficial.
—Entonces, mediante las listas de raciones —insistió Napoleón.
—No lo alimentamos —fue la respuesta —Gracias a las listas de uniformes, entonces.
—Tampoco lo vestimos.
Lo mismo ocurría en todos las partidas que dependían del dinero público, en los asilos de huérfanos ya morían los niños de hambre, era urgente financiarse como fuese. Sin perder el tiempo, Bonaparte obtuvo un par de millones de francos de banqueros de Génova y otros tres de bancos nacionales, con eso y la creación de un juego de lotería, se pudo evitar la quiebra total durante los primeros meses del Consulado, pero no sería suficiente si no se racionalizaba el sistema fiscal y el régimen de exacciones para el Estado. Como primera medida, Napoleón dispuso la creación de un cuerpo de 840 funcionarios, ocho por departamento, dedicados exclusivamente a recaudar impuestos. Para formar parte del mismo, se les exigió adelantar un 5% del ingreso anual previsto. Ni que decir tiene que los nuevos inspectores se aplicaron con celo a su tarea, de forma que pronto aseguraron la continuidad del Estado durante diez días más, poco después un mes. Para incentivar la contribución, prometió que pondría el nombre del primer departamento que alcanzase el 100% de lo exigido a una plaza de París, el resultado del desafío fue la actual plaza des Vosges. El nuevo sistema, que grababa sobre todo las rentas y la propiedad se mostró mucho más eficaz que la desbocada hidra impositiva del Antiguo Régimen basada en docenas de gabelas exigidas al pueblo. Consiguió obtener una media anual de 660 millones de francos, 185 más que los que solía recaudar el sistema anterior. Con el tiempo, el régimen fiscal se complementó con una serie de impuestos indirectos y rentas estancadas: vino, naipes y carruajes (1805), sal (1806) y tabaco (1811).
A la vez que lograba que el dinero volviese a fluir por las venas del Estado, se propuso reducir todo gasto superfluo, enfrentando a dos ministerios como “enemigos naturales” el de Finanzas y el del Tesoro, como el mismo afirmaba: “Uno me dice: "Prometí tanto, y se debe tanto"; y el otro: "Se ha recaudado tanto". Al enfrentarlos obtengo seguridad”. Mientras murmuraba para sí “estoy rodeado por una pandilla de canallas”, el pequeño cabo consiguió equilibrar el presupuesto, retiró el papel moneda sobrante y redujo la deuda pública a la minúscula cantidad de ochenta millones de francos, cuando el Estado había llegado a deber, como ya hemos dicho, 475 millones. Todo ello a costa de revisar, muchas veces en persona, las cuentas públicas. Se cuenta que en cierta ocasión encontró un error contable de un franco con cuarenta y cinco céntimos en un presupuesto de varios miles de francos.
Para evitar el carácter usurario de los préstamos bancarios que debió suscribir al principio a un 16% de interés, cuando consideraba que cualquier tipo superior al 6% era un robo, el 13 de febrero de 1800 creó el Banco de Francia, con un capital inicial de treinta millones de francos, con capacidad de emitir moneda hasta el límite lógico de las reservas reales en oro, limitando el interés de sus préstamos al 6% establecido, cualquier ganancia adicional debería integrar sus fondos de reserva. Para mayor seguridad, en 1807 fundó una oficina de Auditoría con la misión de controlar cada céntimo del gasto público. De esta manera, nunca necesitó devaluar la moneda circulante y el costo de la vida se mantuvo estable desde el primer año de su Consulado. Para muestra la evolución del valor de de los bonos de la deuda pública, que se cotizaban a doce francos al final del Directorio, a 44 francos en 1800 y valían 94,40 en 1807."
3 comentarios:
Me vuelves a sorprender Juan; excelente información que debería ser ejemplo de muchos hacendistas occidentales. ¡Claro!, Napoleón fue Emperador y la partitocracia era él y los suyos a los que también controlaba.
En aquel momento solo Primer Cónsul, pero si, controlaba ya el poder de principio a fin.
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Saludos,
Sr. Paul William.
paul_william_loanhouse@hotmail.com
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