Sísifo post-moderno
Como Sísifos post-modernos cada día nos levantamos con nuestra pesada tarea de volver a subir la piedra hasta la cima de la colina para que vuelva a caer rodando y así volver a empezar. Parece que nada rompe el ciclo. Desde la colina, nuestros dioses del olimpo post-modernos nos miran con complacencia. Son los nuevos moralistas. La izquierda erigida en criterio moral absoluto en un mundo que ellos quieren tan relativo como sea posible mientras no cuestione su supremacía. En ese mundo, todo vale. Gobierno y Poder Judicial hablan, pactan y deciden, como siempre, como antaño el Caudillo, cazando muflones, ciervos o perdices. Poco importa. La cuestión es que sin pudor, sin reparo asi es como el poder parte y reparte. Ayer eran tramas de espionaje, hoy corrupción cutre española clásica. Cuando más arrecia la crisis, cuando el Presidente del Gobierno es zarandeado en el Parlamento y solo ofreces respuestas balbuceantes sale siempre el viejo Garzón, el de toda la vida, el hombre limpio, paradigma de la justicia ciega para, después de darle a unas cuantas perdices, liebres o muflones en compañía del ministro Bermejo, salte de nuevo con una actuación mediática estelar.
No defiendo ni la corrupción ni el supuesto espionaje ni la inocencia absoluta de los cargos del PP, por supuesto. Si hay evidencias para ello, que se investiguen, se juzguen y se depuren las responsabilidades a todos los niveles.
Pero no deja de parecerme curioso el momento escogido. Romper el ciclo de noticias negativas echando basura. Poco importa si la basura es limpia o está contaminada. La cuestión es echar. La cuestión es darle un patada a la bola de Sísifo y que vuelva a empezar. Eso es lo fundamental. La izquierda es moralmente superior. Si se equivoca es un pecado venial. Si lo hace la derecha es siempre un pecado mortal. Sin excusa. Esa es, y ha sido siempre, la imagen del talante. Los dioses de la izquierda siguen sentados al borde la colina, tirando los huesos de las perdices, de los muflones y de los ciervos a la cabeza de Sísifo. Esa es la democracia socialista. Los señoritos del cortijo despreciando los problemas de los ciudadanos. Desde su colina, desde sus cacerías no les oyen. Dicen que hay crisis. Bueno, ya daremos más limosnas. Pero no reformaremos nada. No podemos desmontar el chiringuito ahora. No sea que la gente se enfade y vaya a la huelga.
Aquí lo que importa es que Sísifo nunca suba a la colina y que la piedra siga cayéndose. Nada más. Y mientras tanto, otra ración de ciervo o de jabalí.
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