L A MUERTE NO ES EL FINAL
Siempre me emociono, pese a mis limitaciones en ese terreno, cuando oigo cantar ese himno que dice "La muerte no es el final". Hoy lo cito en un sentido totalmente distinto al muy honorable lema de este cántico. En el País Vasco, la muerte no es el final. Luego viene la vergüenza, la indignación, la miseria moral, la palabrería vana, la equidistancia, la comprensión apenas matizada, el sentido equivocado e inmoral del compromiso. Vean si no estos dos párrafos de la crónica de LD:
"...ante la sede de Altuna y Uría, a las 10:20 horas, medio millar de personas, con mayoría de trabajadores de la firma, han estado media hora en silencio recordando a su patrón. Portaban una pancarta firmada por ELA, el sindicato mayoritario en el comité de empresa, en la que se leía en euskera "Porque somos nacionalistas y trabajadores, no estamos de acuerdo"; la sostenía el nuevo secretario general de ELA, Adolfo Muñoz.
Sin embargo los trabajadores han estado divididos. Sólo el sindicato ELA se ha sumado a la concentración. No así 100 de los 400 trabajadores de la empresa de Uría. El sindicato LAB no ha acudido y también se ha negado a firmar el manifiesto de condena por el atentado."
Impresionante condena, ¿verdad? Pocas veces he visto algo tan rotundo: "No estamos de acuerdo". O sea, han acribillado a su jefe de 70 años y los rudos trabajadores vascos claman con un contundente e implacable "no estamos de acuerdo". Eso los que claman, porque resulta que 100 de los 400, un 25 %, ni siquiera han acudido a la concentración, luego aprueban tácitamente el crimen. O es que les parecería demasiado duro el "no estoy de acuerdo". Probablemente consideren que hay que matizarlo para no herir susceptibilidades.
Antonio
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