martes, abril 22, 2008

Desde mi trinchera liberal: el centro político y la geometría.



Publicado en www.aragonliberal.es
la geometría es la ciencia que estudia las idealizaciones del espacio. Ahora, mucha gente quiere arrimarse a esa entelequia del centro político. No sé de dónde vengo ni tampoco a dónde voy exactamente, pero el centro me parece un país templado, agradable, común, poco problemático, casi angelical, es lo que se escucha. En la geometría euclidiana, y aunque, como dice mi amigo Rafael Ariza, ya esté superada, el centro político sería el punto medio de un segmento.

Es decir, es único y equidista de los extremos del segmento. Ahí está el centro, brevemente definido y con la cómoda garantía de que equidista de los dos extremos. A partir de aquí, todo se explica como un recorrido hacia un sentido u otro, huyendo más o menos de los extremos, hasta encontrarse en el centro prometido. Dicho así, pinta muy bien.

Pero aplicar esta geometría descriptiva lo único que demuestra, en mi opinión, es un déficit de ideología. Un vaciamiento. En definitiva, un artificio. Las ideologías no se mueven en la misma recta. La realidad política no se describe mediante segmentos, por muy hermosa y unificadora que nos suene esta arquitectura. Las ideologías políticas puras se mueven en rectas paralelas, que ni se cortan ni coinciden. Son planteamientos antagónicos. Un socialista discurrirá, por definición, en paralelo a un liberal, por ejemplo. Y viceversa.

Lo cual no quiere decir que no existan consensos. Para mí eso es simplemente fruto de una "violencia" operativa. Aunque sea algo bueno y necesario en ocasiones, no dejan de ser puentes que se tienden entre dos orillas opuestas. No es mezcla sino recurso. Cuando uno se casa, lo hace con la hija y no con la suegra, aunque nos cueste creerlo. Pero son, o deberían ser, proyectos de vida paralelos, aunque nos cueste aún más creerlo. Lo cual no quiere decir que no se quede un domingo a comer con la familia política. A eso voy. Quizá el ejemplo no haya sido del todo procedente, entre bromas y veras, pero ya me entienden. Sobre todo, los casados.

En conclusión, la definición que se da como centro político, no digamos moral, es un paisaje desdibujado, sin contornos ni tonalidades. Algo amorfo, pragmático y de conveniencia. Un relativismo que conduce a la indiferencia y a la pérdida de conciencia. Otros buscamos justamente lo contrario.

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