Desde mi trinchera liberal: Portillazo en Colonial
Decía Schopenhauer que la riqueza es como el agua salada; cuanto más se bebe, más sed da. Y ese parece haber sido el caso de Luis Portillo, ex presidente de Colonial, ambición desmedida y olvido de las nociones básicas de contabilidad. Resultado: Dimisión forzada, espeluznante castigo en bolsa y peligro de supervivencia de la empresa.
El de Portillo era un sueño de porcelana, tejido a golpe de talonario. A lo grande. Compra lo que sea y al precio que sea, que yo pago la ronda. Y así le ha ido. Portillo no quería ser menos que los grandes del sector, y empezó a tirar la casa por la ventana, o por el desagüe. Compró Riofisa, especializada en centros comerciales, por 2.000 millones de euros. Había que adelantar de largo el trote de Fadesa, que había tomado participación en Time Warner por mucho menos. Que se enteren quien es aquí el torero.
Compró también el 15% de FCC, que es como si a Koplowitz, de repente, alguien le hubiera arrebatado el trastero de su mansión. No interfería mucho el nuevo inquilino, pero estorbaba. Portillo compró ese 15% a 78 euros por acción. A día de hoy, la cotización de FCC ronda los 30 euros menos. Colonial está perdiendo varios cientos de millones en esa operación, que, por otra parte, no parecía tener otra lógica que la campanada de efecto. Ahora es Koplowitz la que se frota las manos, pensando que, dada la situación actual de Colonial, pronto podrá recomprar su paquete de acciones.
El gran problema de Colonial es el juego de activo, pasivo y costes financieros. La deuda de Colonial es de 8000 millones de euros, el 66% de sus activos. Un corsé axfisiante, que consume en gastos financiaros un porcentaje importante de su capitalización, en un contexto, además, en el que los bancos hace días que se han salido de la fiesta. Entran en juego los activos: cotizan a la baja, y una cosa es lo que valen y otra lo que están dispuestos a pagarme por ellos. Primera pega. Segunda: hace falta un comprador real, que el papel todo lo aguanta. Aquí es dónde empiezan los rumores, los guiños y el entretenimiento color salmón. Las quinielas de romances. Colonial necesita un principe azul dispuesto a besar la rana y tragarse el sapo. Algunos dicen que es Rivero, de Gecina (no confundir con el monclovita Del Rivero, aunque quién sabe). Pero Joaquín Rivero está curtido en muchas batallas, y no creo que asuma comprar un valor en caída libre. Tiempo habrá de comprar más barato y repetir la jugada que hizo en Bami, que compró a precio simbólico. Ya se sabe, cuando más viejo es el toro, más duro es el cuerno.
¿Solución? Quizá una SocioCaja, de esas que consideran que ayudar a un político forma parte de su obra social, termine por barrer la casa. Zapatero ya está enredando por ahí.
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