Carta a Mª Teresa Fernández de la Vega
Distinguida Vicepresidenta: No estoy de acuerdo con usted, respecto a que sean “reprobables” las declaraciones de Manuel Pizarro. Y menos aún sabiendo que ha llenado de estupideces muchas de sus comparecencias como vicepresidenta y portavoz del Gobierno que preside el vallisoletano Rodríguez Zapatero. Debería ser consciente, doña Mª Teresa, que muchas veces ha perdido usted los papeles y no ha sabido estar a la altura que imponían las circunstancias.
No es “indecente” quien apela a las víctimas del terrorismo para asentarse en una formación política. Como no lo es el hecho de dedicar todos esfuerzos a combatir a un Gobierno que se ha ‘acostado’ con ETA; remolonea con ETA; traiciona a la ciudadanía a la vez que sigue negociando con ETA tras un atentado; ‘bendice’ a “hombres de paz” como Arnaldo Otegi y Juana Chaos (Iñaki de); txikitea con Batasuna; ampara a extorsionadores; ralentiza la actuación de la Policía y de la Guardia Civil; presiona a la Justicia o pretende manipular a jueces y fiscales, según conveniencia.
Sepa usted, doña Mª Teresa, que en democracia nunca se ‘baja de la burra’ Montesquieu, para evitar que gente como la de su partido, o del partido antigualla que preside y manipula Llamazares, se eche al monte el día menos pensado.
Hace ya algún tiempo que hemos apreciado en usted cierta e injustificada actitud altanera, así como una mal entendida superioridad sobre los demás mortales. Y eso ha generado en usted, apreciada vicepresidenta, una degradación política que le impide ser equilibrada en sus palabras, gestos y conducta.
Prueba de lo que decimos en el párrafo anterior es que sus propios compañeros de escaño, desde que recibieron la última sonora e inmerecida bronca, cuentan que “no saben si María Teresa mea, o no mea; pero si lo hace, siempre es fuera del tiesto”.
Y es que, María Teresa, no se pueden menospreciar las credenciales de los demás, como ha hecho usted con las de Manuel Pizarro, porque quienes no las tenían brillantes eran muchos de los compañeros socialistas que harán con usted la travesía del desierto, salvo que ETA les eche una mano. Sepa que mucho peores eran las credenciales de gente como el propio presidente Rodríguez, Luís Roldán, Luís Yánez, el “hermanísimo”, el propio Alfonso Guerra, la “X” del GAL o el bachiller ‘Pepiño’, por citar algunos.
Sea usted paciente y quede con Dios; aunque no sé si al Señor le agradará su compañía. Reciba mis saludos cordiales.
Jesús Salamanca Alonso
Sepa usted, doña Mª Teresa, que en democracia nunca se ‘baja de la burra’ Montesquieu, para evitar que gente como la de su partido, o del partido antigualla que preside y manipula Llamazares, se eche al monte el día menos pensado.
Hace ya algún tiempo que hemos apreciado en usted cierta e injustificada actitud altanera, así como una mal entendida superioridad sobre los demás mortales. Y eso ha generado en usted, apreciada vicepresidenta, una degradación política que le impide ser equilibrada en sus palabras, gestos y conducta.
Prueba de lo que decimos en el párrafo anterior es que sus propios compañeros de escaño, desde que recibieron la última sonora e inmerecida bronca, cuentan que “no saben si María Teresa mea, o no mea; pero si lo hace, siempre es fuera del tiesto”.
Y es que, María Teresa, no se pueden menospreciar las credenciales de los demás, como ha hecho usted con las de Manuel Pizarro, porque quienes no las tenían brillantes eran muchos de los compañeros socialistas que harán con usted la travesía del desierto, salvo que ETA les eche una mano. Sepa que mucho peores eran las credenciales de gente como el propio presidente Rodríguez, Luís Roldán, Luís Yánez, el “hermanísimo”, el propio Alfonso Guerra, la “X” del GAL o el bachiller ‘Pepiño’, por citar algunos.
Sea usted paciente y quede con Dios; aunque no sé si al Señor le agradará su compañía. Reciba mis saludos cordiales.
Jesús Salamanca Alonso
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