martes, noviembre 13, 2007

Incordio del emérito obispo Setién


Por Jesús Salamanca

Hace tiempo que ‘chochea’ el obispo emérito de San Sebastián, José María Setién. Después de tantos años apoyando a la banda terrorista y negándolo a la vez, ahora se atreve a publicar un libro donde equilibra el sufrimiento de las víctimas con el sufrimiento de ETA y su entorno. Una de dos: o se ha vuelto loco o piensa que los demás son analfabetos. Definir la expresión “dolor de ETA” como él lo hace, supone un atentado al sentido común y a la creencia de que el pueblo es pasivo, inculto, irresponsable y falto de reacción. Tras inclinarse hacia el lado de ETA, el de los violentos, extorsionadores y bandarras, ahora resulta que pretende hacernos ver que el “amor compasivo universal” de la Iglesia llegará a todos por igual, sin distinciones de ningún tipo y sin que existan víctimas y verdugos. No solo no ha evolucionado, sino que piensa que la sociedad va a la zaga de la Iglesia.

Al pobre obispo emérito nadie le ha leído la cartilla con claridad. Hasta el título de su libro es una preocupación y un encontronazo con el sentido común. Él lo titula “Un obispo vasco ante ETA”, cuando en realidad su postura personal y eclesiástica y, por tanto, el título debería de haber sido “Un obispo vasco contra ETA, con todas las consecuencias”. Aquí no caben medias tintas: se está con ETA o se está contra ETA. Antes de publicar Setién el libro debería de haber analizado quién está con ETA y quien defiende el Estado de Derecho.

Hay dos bandos claramente definidos: el pro etarra, donde la cabeza visible estos últimos años han sido el presidente Rodríguez, el maltratador de género Eguiguren y parte del Gobierno socialista, además de los miembros del PSE; por otro lado, construyendo y defendiendo el Estado de Derecho han destacado la AVT, el Partido Popular vasco de María San Gil e insignes figuras como el Foro de Érmua, la Fundación Gregorio Ordóñez, Regina Otaola, Carmen Gurruchaga, Isabel San Sebastián, María José Usandizaga y cuantos arriesgan su vida a diario para acabar con la banda terrorista. Evidentemente en este lado no se encuentra José María Setién, por mucho arrepentimiento que quiera mostrar.

Comprobamos que tiene muy claro cuál es el dolor causado por ETA, pero desvaría al hacer referencia al sufrimiento que padece ETA. Mientras que el dolor que causa la banda terrorista lo hace contra la voluntad de la ciudadanía y del Estado de Derecho, el que ETA recibe – si así se puede llamar – lo recibe gratuita y voluntariamente; su actitud masoquista sigue siendo inentendible para gran parte de la ciudadanía española y para la mayoría de la población vasca, como inentendible es la actitud sádica hacia los presos por parte de sus familias; más preocupadas de recibir dinero a cambio que de la liberación de los mismos; en este aspecto no hay que olvidar el fraude y el desprecio de organizaciones como Askatasuna y Etxerat, que defiende lo que conviene o interesa en cada momento, ayude o perjudique a los encausados.

No es de recibo tampoco que Setién hable de Iglesia, de paz, de concordia, de ilusión y de futuro, cuando él tantas veces ha cercenado el camino hacia todas esas posibilidades, desde el momento en que ha reconocido a los violentos y extorsionadores un mérito y una necesidad que siempre ha negado a las víctimas. Setién no es Iglesia y si quiere identificarse con la misma… ¡Me bajo, que paren el ‘tranvía’ eclesiástico que me bajo para no volver a subir! Mejor la excomunión que seguir en el bando donde pretende asentarse José María Setién. Quienes por defender el Estado de Derecho soportamos la amenaza y el insulto no podemos sentirnos cerca de don José María. Ni podemos ni consentiremos. Quienes pudiendo haber facilitado la paz han llenado de chinitas el camino, no merecen el aprecio ni la consideración. Con el desprecio van pagados. Y vamos más lejos: cuanto antes se quiten de la circulación más fluida será ésta.

Torpe e iluso no ‘cae del burro’ y habla de penas de muerte, encarcelamientos, dispersiones de presos… Para muchos ha sido una obligación leer su libro, pero lo hicimos por la necesidad de completar nuestra información sobre ETA y el entorno abertzale. Para ser claro en toda la extensión de la palabra, hay que constatar que no aporta nada nuevo. Conociéndole en su actuar y sentir, hemos leído lo que ya sabíamos y habíamos comprobado; sigue mezclando ETA, confundiendo el enfoque de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL), mimando la mano dura e ignorando el amor al prójimo, la sensibilidad con el necesitado y la atención al que más sufre.

El libro del emérito Setién es más de lo mismo. Más ETA, más banda, más cariño al extorsionador y menos apoyo a las víctimas, menos compasión con el sufrimiento, menos afecto a quien sufre el dolor. Hace años, José María hablaba de libertad del pueblo vasco y del derecho a la autodeterminación. Sin embargo, fue incapaz de reflexionar respecto a que el hombre nunca ha encontrado una definición precisa de lo que es la libertad. Creía saberlo todo, pero todo en él era confusión. Algo así como el que dice que está de vuelta de todo y, si lo está, es porque jamás ha ido a ninguna parte.

Jesús Salamanca

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