En capilla
Por Antonio Jaumandreu
En unas horas se conocerá la sentencia por los atentados del 11-M en Madrid. Improba labor la que han tenido que afrontar los tres magistrados de la Audiencia Nacional , para acabar sacando a la luz mañana un texto que de inmediato será despedazado a dentelladas por políticos de uno y otro signo, y por periodistas al servicio de sus amos. Sea cual sea el fallo, y sobre todo sean cuales sean los hechos probados, en los gabinetes de prensa de la mayor parte de partidos deben estar redactados ya a estas horas distintos comunicados que luego tan sólo habrá que adaptar levemente a la literalidad de los pronunciamientos judiciales, para ser emitidos para consumo del electorado. A estas horas ya se afilan los puñales, y algunos ya se han lanzado al ataque antes de leer una sola línea. Otros, en cambio, parece que se colocan a la defensiva. Difícil saber si ambas actitudes responden a que “saben algo”, y si ese algo favorece a sus intereses, o si por el contrario son salvas de distracción. Dudo que el presidente del tribunal haya permitido filtraciones, pero ciertamente legiones de abogados a sueldo de los políticos habrán analizado los autos y habrán hecho diversas simulaciones.
No tengo ni idea de lo que dirán los jueces, pero con toda seguridad me atrevo a vaticinar que no será más que el pistoletazo de salida para una nueva escalada de descalificaciones mutuas. No parece probable que la sentencia diga que todo fue obra de los acusados más los muertos en Leganés, que las pruebas son diáfanas e inatacables, que el origen inequívoco está en la aparición de Aznar en la foto de las Azores y que la negligencia del gobierno del PP permitió unos atentados que pudieron haberse evitado. Igualmente improbable resulta que el tribunal dictamine que las pruebas fueron manipuladas e incluso creadas por manos negras, que todo obedeció a una conspiración gigantesca y genial encaminada a colocar a los socialistas en el gobierno, en la que intervinieron en diversos grados miembros del entorno etarra y antiguos habitantes de las cloacas del Estado.
Descartadas estas dos opciones, cualquier otra garantiza una nueva escalada de la tensión entre el PP y todos los demás partidos. Y ahí sabemos que la potencia de fuego de la izquierda y los nacionalistas es abrumadoramente superior en los medios de comunicación. Nadie entre la ciudadanía, excepto algunos viciosos del derecho, va a leer los 600 folios de la sentencia para ver qué verdades y qué mentiras profieren los medios. Es terreno abonado para el titular fácil y simplificador. Esperemos que el PP tenga sus defensas a punto, porque es previsible que un auténtico tsunami de manipulación y rencor se les venga encima en las próximas semanas y meses. Y dicho sea de paso, no ayuda que su imagen más pública sea precisamente la de quien fue ministro del interior en aquellos momentos. Pero eso ya no tiene remedio a estas horas, así que con estos mimbres habrá que afrontar la ola. Tic tac tic tac… Cuestión de horas.
Los árboles y el bosque
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