Las neuronas de Palacios van despacio
Aquello de que las imágenes valen más que mil palabras nunca me ha gustado, pero hay ocasiones en que resulta forzoso reconocer que es cierto. Les traigo hoy una imagen con la única finalidad de que vean al sujeto que nos quiere a todos muertos, deseo cariñoso que acompaña de un no menos cálido gesto que, en el mejor estilo de las antiguas películas de gangsters, resigue con el pulgar la garganta de lado a lado como lo haría una navaja.
Cuando digo a todos, me refiero evidentemente a los que no pensamos como él, por lo cual desde ahora me incluyo en la nómina de potenciales cadáveres sacrificados justificadamente en el altar del nuevo nacionalismo. Y permitan que me ahorre el adjetivo “radical”, porque referido al nacionalismo constituye una flagrante redundancia. Bien, me temo que me he dejado llevar por la inercia de la frase al decir que no pensamos como él, y le he atribuido una habilidad que no está enteramente demostrada en su caso: pensar.
Volvamos a la foto. El personaje, que responde al catalanísimo apellido de Palacios, sostiene una pancartita escrita en inglés, conteniendo proclamas antitaurinas. Sí, tal cual: no sé si se equivocó de fiesta y confundió el monumento a Rafael de Casanova con una efigie de Manolete, o de ciudad y creyó estar en Hyde Park en lugar de en Barcelona, pero lo cierto es que su proclama es antitaurina y está en inglés. Con tamaña confusión el pobre chaval no se percató de que justo detrás tenía a un robusto mosso d’esquadra. Tampoco debería haberle preocupado mucho, a decir verdad: los “hombres de Saura” no se caracterizan precisamente por inquietar a los antisistema, ni a los okupas, ni a los filoterroristas. Pero eso sí: son implacables montando controles de alcoholemia y asaltando timbas de juego clandestinas. Son una policía sostenible, sobre todo para que el bueno de Saura y su compañera Mayol sostengan su aura progresista.
La cara del mendrugo Palacios también lo dice todo. ¿Se han fijado que todos los componentes de movimientos violentos tienen parecida cara de imbécil? Cámbienle la pancarta antitaurina por una foto de un preso etarra, o colóquenle una esvástica en las manos, o vístanle con una camiseta del Che Guevara, o simplemente provéanle de una bufanda de los Boixos Nois o de los Ultrasur: la expresión idiotizada no desaparece. Son como aquellos muñequitos de papel que se vestían con disfraces superpuestos en nuestra lejana infancia, y con parecida capacidad de raciocinio. No hay que quitarles, sin embargo, la importancia que tienen: amenazar a alguien de muerte debería seguir siendo, incluso bajo las tres capas superpuestas de Hereu, Montilla y Zapatero, algo como mínimo censurable. Aunque el amenazado no sea ni socialista ni nacionalista.
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