domingo, septiembre 09, 2007

El descrédito de un terrorista


Por Antonio Jaumandreu

En su último vídeo, Bin Laden sale con la barba teñida. Se acabó el fantasma del terror apocalíptico, se acabó el pánico que pretendía infundir con sus vídeos, con su dedo admonitorio moviéndose rítmicamente al compás de sus amenazas tremebundas.

¿Qué se puede temer de un tiarrón que se supone vive en las montañas remotas de Afganistán, o de Akistán, según aquel divertidísimo mapa que corría hace un par de años por internet, y que encuentra tiempo para teñirse la barba? Vamos, hombre… Que se supone que se pasa el día esquivando misiles inteligentes y rangers menos espabilados, y que el resto del tiempo lo ocupa planeando la destrucción del mundo occidental, y ahora resulta que hasta llevará hecha la manicura.

Este tío está acabado. A ver con qué cara les explica ahora a sus mugrientos seguidores, esos que sólo se lavan y depilan cuando van a inmolarse, que él ha encontrado un estilista ahí donde Pakistán pierde su nombre, y previa visita a un asesor de imagen ha decidido cubrirse las canas, porque en la tele da mejor.

Ya me imagino sus arengas en lo sucesivo. Todas acabarán con un rotundo y estremecedor “Alá es grande… porque yo lo valgo”. Cualquier día se hace un lifting.

Los árboles y el bosque