Bachillerato para los burros
Por Almudena Negro
Tratando de ocultar el crimen cometido contra varias generaciones de indefensos españoles los socialistas, haciendo buena la máxima que dice que si la realidad no se amolda a la teoría peor para la realidad, han decidido esconder las pruebas de su delito, o sea, las espeluznantes cifras de fracaso escolar –superamos el 29% y eso que el nivel de exigencia anda, desde hace más de una década, por los suelos-. A partir de este año será casi imposible que los jóvenes no obtengan el título de bachillerato. Título importante en un país aquejado de “titulitis” y en el que las políticas igualitaristas han liquidado la formación profesional y la igualdad de oportunidades para los hijos de los que no pueden costearse un colegio privado.
La señora de Arenillas, ministra de Educación, acaba de reformar el bachillerato con el fin de ponérselo aún más fácil a los vagos y gamberros de siempre, ahora llamados “jóvenes con necesidades de adaptación curricular” por los seguidores del lenguaje políticamente correcto. Vamos, que los de ZP, para no variar, van justo por el camino contrario a la senda emprendida por la mayoría de países europeos. Ahí tienen a Sarkozy reivindicando la escuela de Jules –la de, en palabras del presidente francés, la “excelencia, mérito, respeto y civismo”- y arremetiendo contra la “sesentayochista” escuela del complejo de Peter Pan, que no instruye sino que “infantiliza” a los alumnos. Ahí tienen Suecia y su cheque escolar.
En España –o lo que queda de ésta- se pasará de curso con cuatro asignaturas suspendidas. Vamos, que aprobando educación física, música, dibujo, educación para la tiranía y poco más se promocionará al alumno, que no será un fracasado, aunque siga siendo un perfecto analfabeto funcional de los que no piensan por sí mismos ni saben leer y escribir pero aporrean, cual mandriles, cacerolas en plena vía pública, porque tendrá un título decorando la pared de su cuarto.
Seamos sinceros: si vagueando, tomándose la vida a pitorreo; si siendo un vago y un irresponsable te dicen desde el Ministerio, al igual que se lo dicen al chaval laborioso, tenaz, trabajador, responsable y sobresaliente (de empollón lo tachan los demás, que, por supuesto, se ríen de él y lo marginan) aquello de “progresa adecuadamente” (el cero es fascista y por eso lo han prohibido)… ¿qué es más fácil? Pues hacer pruebas para tratar de entrar como concursante en la casa de Gran Hermano. Y es que educación –la de la escuela liberal, que es la que enseña al alumno a pensar por sí mismo y no le dicta, como hace la escuela socialista, lo que debe de pensar- es libertad. Y eso no se estila en esta época del talante de la paz y la negociación con terroristas.
Así pues, negro futuro nos espera. Generaciones enteras haciendo cola para que sus familias los vean hacer el hortera en televisión. Y todos con el título de bachiller, como Montilla y Pepiño, bajo el brazo. El alumno no fracasará pero la escuela no vale para nada.
Pues que les regalen el título nada más nacer. Lo que nos íbamos a ahorrar en, por ejemplo, pedagogos y funcionarios y todo un ministerio de Educación… ¡título para todos ya!
[Nota: ¿Qué pasará con los que, con mala baba, nocturnidad y alevosía, suspendan “Educación para la tiranía”? Seguro que esto la ministra, que amenaza a los padres que defienden su libertad para educar a sus hijos en sus valores y pretenden ampararse en el derecho a la objeción de conciencia, no lo ha pensado.]
Almudena Negro
Diario Siglo XXI
La señora de Arenillas, ministra de Educación, acaba de reformar el bachillerato con el fin de ponérselo aún más fácil a los vagos y gamberros de siempre, ahora llamados “jóvenes con necesidades de adaptación curricular” por los seguidores del lenguaje políticamente correcto. Vamos, que los de ZP, para no variar, van justo por el camino contrario a la senda emprendida por la mayoría de países europeos. Ahí tienen a Sarkozy reivindicando la escuela de Jules –la de, en palabras del presidente francés, la “excelencia, mérito, respeto y civismo”- y arremetiendo contra la “sesentayochista” escuela del complejo de Peter Pan, que no instruye sino que “infantiliza” a los alumnos. Ahí tienen Suecia y su cheque escolar.
En España –o lo que queda de ésta- se pasará de curso con cuatro asignaturas suspendidas. Vamos, que aprobando educación física, música, dibujo, educación para la tiranía y poco más se promocionará al alumno, que no será un fracasado, aunque siga siendo un perfecto analfabeto funcional de los que no piensan por sí mismos ni saben leer y escribir pero aporrean, cual mandriles, cacerolas en plena vía pública, porque tendrá un título decorando la pared de su cuarto.
Seamos sinceros: si vagueando, tomándose la vida a pitorreo; si siendo un vago y un irresponsable te dicen desde el Ministerio, al igual que se lo dicen al chaval laborioso, tenaz, trabajador, responsable y sobresaliente (de empollón lo tachan los demás, que, por supuesto, se ríen de él y lo marginan) aquello de “progresa adecuadamente” (el cero es fascista y por eso lo han prohibido)… ¿qué es más fácil? Pues hacer pruebas para tratar de entrar como concursante en la casa de Gran Hermano. Y es que educación –la de la escuela liberal, que es la que enseña al alumno a pensar por sí mismo y no le dicta, como hace la escuela socialista, lo que debe de pensar- es libertad. Y eso no se estila en esta época del talante de la paz y la negociación con terroristas.
Así pues, negro futuro nos espera. Generaciones enteras haciendo cola para que sus familias los vean hacer el hortera en televisión. Y todos con el título de bachiller, como Montilla y Pepiño, bajo el brazo. El alumno no fracasará pero la escuela no vale para nada.
Pues que les regalen el título nada más nacer. Lo que nos íbamos a ahorrar en, por ejemplo, pedagogos y funcionarios y todo un ministerio de Educación… ¡título para todos ya!
[Nota: ¿Qué pasará con los que, con mala baba, nocturnidad y alevosía, suspendan “Educación para la tiranía”? Seguro que esto la ministra, que amenaza a los padres que defienden su libertad para educar a sus hijos en sus valores y pretenden ampararse en el derecho a la objeción de conciencia, no lo ha pensado.]
Almudena Negro
Diario Siglo XXI
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