El comodín feminista
Como en el concurso televisvo, Rosa Regás se pide el comodín cuando no sabe qué decir. En su caso, el comodín feminista: "a un hombre no le habrían sometido a esta campaña de acoso y derribo".
Acabáramos... Ahora resulta que la incompetencia, el sectarismo, la mala educación, la justificación de la censura, el elogio de las dictaduras caribeñas y otras lindezas por el estilo son cosas que, una de dos: o teníamos que haberle perdonado por ser mujer (y en ese caso seríamos unos machistas recalcitrantes) o tenían que denunciarse (y en ese caso también somos machistas por hacerlo).
Qué patéticos resultan estos progres cuando ascienden a puestos de responsabilidad, y qué patéticos cuando caen de ellos. Al ascender se pone de manifiesto su absoluta incompetencia, y la alucinante ligereza con que se les había encumbrado hasta los altares de la intelectualidad por el mero hecho de su progresismo militante. Se demuestra ipso facto que detrás de las cuatro proclamas tópicas no hay absolutamente nada, y la pregunta más inmediata es saber por qué demonios se la designó. Y cuando caen, ah, cuando caen destilan nuevamente todos los tópicos más rancios del progresismo rampante. "¡Me critican por ser mujer!". Venga, hombre... Pero miren, al menos le voy a agradecer algo: que no haya recurrido al otro tópico, el de "me critican por ser catalana". Algo es algo.
Los árboles y el bosque
Acabáramos... Ahora resulta que la incompetencia, el sectarismo, la mala educación, la justificación de la censura, el elogio de las dictaduras caribeñas y otras lindezas por el estilo son cosas que, una de dos: o teníamos que haberle perdonado por ser mujer (y en ese caso seríamos unos machistas recalcitrantes) o tenían que denunciarse (y en ese caso también somos machistas por hacerlo).
Qué patéticos resultan estos progres cuando ascienden a puestos de responsabilidad, y qué patéticos cuando caen de ellos. Al ascender se pone de manifiesto su absoluta incompetencia, y la alucinante ligereza con que se les había encumbrado hasta los altares de la intelectualidad por el mero hecho de su progresismo militante. Se demuestra ipso facto que detrás de las cuatro proclamas tópicas no hay absolutamente nada, y la pregunta más inmediata es saber por qué demonios se la designó. Y cuando caen, ah, cuando caen destilan nuevamente todos los tópicos más rancios del progresismo rampante. "¡Me critican por ser mujer!". Venga, hombre... Pero miren, al menos le voy a agradecer algo: que no haya recurrido al otro tópico, el de "me critican por ser catalana". Algo es algo.
Los árboles y el bosque
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