martes, julio 24, 2007

Tras el cheque bebé, la sorpresa vivienda

Por Germont

Si el gobierno pretende que nuestro país se convierta en una especie de tómbola, en una verbena constante de aquí a las elecciones, va por el camino de conseguirlo. Escuchar cada aparición pública de Zapatero (y digo aparición en su segunda acepción en el DRAE: “visión de un ser sobrenatural o fantástico; espectro, fantasma”) viene a ser como esperar la revelación de los nuevos misterios de Lourdes o, más modesta y laicamente, como abrir esa bolsa de cotillón que entregan en las fiestas, que contiene sorpresas de todo tipo. Los primeros sorprendidos, por cierto, los propios ministros del ramo, al parecer. El jefe, el líder, el ser sobrenatural aparece con la cornucopia bajo el brazo y anuncia cualquier nueva dádiva que se derrama sobre los ciudadanos como el agua de mayo sobre la tierra reseca, haciendo florecer ilusión, adhesión, confianza y votos. Y el ministro de turno sale disparado hacia su despacho a intentar cuadrar los números que permitan financiar la nueva genialidad.

“Tranquilos, confiad en mí”. Algo así como “dejad que los niños se acerquen a mí”, que sus padres me voten y os daré 2.500 euros. Poco importa que el truco del mago “cante” de mala manera: a ocho meses de las elecciones, tras 20 meses de no tomar ninguna medida en pro de la familia, sin ley que lo respalde, y con pago asegurado para las semanas inmediatamente anteriores a los comicios. Es igual: toma el dinero y corre, pero no te olvides de votar al salir. O al parir.

Empuña de nuevo la cornucopia el líder, y esta vez la ilusión adquiere caracteres cósmicos, porque ni siquiera se concreta. Es una nueva categoría: el anuncio de la ilusión. “En verdad, en verdad os digo que antes de que finalice la legislatura adoptaremos trascendentales medidas en pro del acceso de los jóvenes a la vivienda”, enuncia el líder, mientras la ministra del ramo murmura el mantra “que ningún proyecto vital se trunque, que ningún niño deje de nacer por falta de una vivienda digna”. Orgasmos entre el público. Los new reds han asistido a una nueva pirueta: no es una promesa, es la promesa de una promesa.

¿Qué es demagogia?, dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul. Más le vale al PP ir espabilando. Eso sí: parece que está en el buen camino. La imagen de un Juan Costa repeinado, con su Lacoste ceñidito, desgranando monótonamente sus propuestas electorales ante las NNGG, promete. Por Dios, ¿hay algún asesor de imagen en la sala?





Los árboles y el bosque

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