Salvar a la soldado Otaola
Por Germont
Regina Otaola ha tomado posesión de su cargo de alcaldesa de Lizarza, en un ambiente de amenazas, insultos, coacciones y violencia. La alcaldesa del Partido Popular entra por derecho propio y por la puerta grande en la nómina de héroes de nuestro tiempo. Ya han empezado los melifluos habituales a poner peros a su victoria, por cuanto los votos de los populares han sido minoritarios si los comparamos con los de quienes han votado a candidaturas anuladas por los tribunales. Ese cuestionamiento del valor moral de su triunfo tiene una doble consecuencia: deslegitimar la fuerza de la ley (“tanto da que los votos de los demás fuesen declarados ilegales: son mayoría y eso les legitima automáticamente”) y crear el caldo de cultivo que, en su caso, permita justificar un acto violento contra la alcaldesa electa.
Los gobiernos de Madrid y Vitoria tienen una enorme responsabilidad sobre sus espaldas: proteger contra viento y marea y garantizar más allá de todos los esfuerzos razonables la integridad física de la alcaldesa y sus concejales, y el libre ejercicio de su mandato. No me hago, sin embargo, muchas ilusiones. Es tarea nuestra, de todos los ciudadanos de bien y de los medios de comunicación mantener en todo momento el foco de atención en ese pequeño pueblo vasco. No podemos permitir que se apague la luz, porque en la oscuridad puede ocurrir lo peor. Regina Otaola, como el soldado Ryan rodeado de nazis, merece que se despliegue una operación en toda regla en su defensa, y para ello nada mejor que mantener la atención sobre ella. Es durísimo tener que escribirlo así, pero lo más probable es que en el momento en que desviemos la mirada la maten, sin más. Regina Otaola se ha convertido en un símbolo al que hemos de hacer llegar, por todas las vías posibles, el mensaje de que no está sola.
Hoy todos los españoles de bien somos Regina, y ella ha de saberlo. Por carta, por correo electrónico, o mejor aún, visitando su pueblo, hemos de hacer que se sienta arropada.
Los árboles y el bosque
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