A hurtadillas
Por Inmaculada Sánchez Ramos
Agradecimiento por estar ahí, en la primera línea, en la vanguardia del peligro, dando la vida para defender la libertad; agradecimiento por llevar la lealtad y el honor hasta las últimas consecuencias, y con ello defender los valores de occidente y los derechos de las mujeres en sociedades dónde los mismos están absolutamente pisoteados; agradecimiento por su generosidad viviendo en la hostilidad continua; agradecimiento por su pleno sentido del deber. Pues bien, esta debía de ser nuestra actitud hacia ellos. Sí, es obvio, efectivamente, me refiero a ellos, a nuestros soldados, a los que están librando muchas batallas, allí en la lontananza.
Pero, contrariamente a tales actitudes, “nuestro” “gobierno” les responde con deshonor, los recibe de noche, por la puerta de atrás, les sustrae la distinción que les corresponde, ahorra costes con ellos y con sus pensiones, ahorra costes con ellos, sin inhibidores de frecuencias en sus vehículos, no sea que tal despilfarro nos arruinen.
¡Ah!, y de estos otros, … ¿qué hay?, ¿dónde están los defensores del “no a la guerra”?, no han osado ni a despegar sus labios, no despliegan su artillería subvencionada, pagada por todos, han desaparecido con ensordecedor y bochornoso silencio.
Desgraciadamente, ya va siendo una ignominiosa costumbre que a nuestros soldados muertos en acciones de guerra, se los despoje del más mínimo agradecimiento, se los prive del más mínimo reconocimiento, se usurpe los derechos a sus familiares, y, lo que es más grave, se los reciban por la puerta de atrás, a hurtadillas.
Desde la libertad
Pero, contrariamente a tales actitudes, “nuestro” “gobierno” les responde con deshonor, los recibe de noche, por la puerta de atrás, les sustrae la distinción que les corresponde, ahorra costes con ellos y con sus pensiones, ahorra costes con ellos, sin inhibidores de frecuencias en sus vehículos, no sea que tal despilfarro nos arruinen.
¡Ah!, y de estos otros, … ¿qué hay?, ¿dónde están los defensores del “no a la guerra”?, no han osado ni a despegar sus labios, no despliegan su artillería subvencionada, pagada por todos, han desaparecido con ensordecedor y bochornoso silencio.
Desgraciadamente, ya va siendo una ignominiosa costumbre que a nuestros soldados muertos en acciones de guerra, se los despoje del más mínimo agradecimiento, se los prive del más mínimo reconocimiento, se usurpe los derechos a sus familiares, y, lo que es más grave, se los reciban por la puerta de atrás, a hurtadillas.
Desde la libertad
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