Actas y burlesca negociación
Por Jesús Salamanca
No hay duda. Engaño, ocultismo y desprecio han sido tres de las características del Gobierno Rodríguez. El presidente ha ejercido de trilero un día tras otro. Ha engañado a todos y todo el tiempo, por lo que en el PSOE y en el Gobierno temen la publicación de las actas tanto como a un nublado de verano. Si se publicaran ahora éstas, el presidente Rodríguez tendría que convocar elecciones y marcharse a casa de inmediato. Y se van a publicar. El Gobierno no debería ponerlo en duda ni un solo instante.
La credibilidad del Gobierno, y particularmente de su presidente, está bajo mínimos. Llueve sobre mojado. Quién no recuerda la cesión en el tema de Juana; Otegi; el chivatazo aún no aclarado para salvar al aparato de extorsión de la banda; el silencio del fiscal general y los apoyos a destiempo del actual ministro de Justicia,…Sí ha habido cesiones y todos las hemos visto, aunque no hayan faltado burdos intentos de pueril camuflaje. Ante tanta falsedad como ha acumulado el Gobierno de Rodríguez y sus aledaños habría que decir aquello de la fiscal “valeyá”.
Hoy se sabe que sí ha habido negociación internacional. Se conocen casi todos los términos y detalles, como se conoce el “buzón” cubano. En la periferia del Gobierno, y posiblemente dentro de él, hay muchas instancias interesadas en que se conozca el proceso de negociación – mal llamado “proceso de paz” -- y las cesiones. Nadie duda que las actas de la negociación están en camino y algunos medios escritos las esperan con entusiasmo. Sí hay actas y se van a publicar. ¿Encontraremos algo bochornoso e indigno de un Gobierno democrático? Solo puede temer la publicación si ha hecho aquello que la ética democrática le dice que no debe hacer. Y no parece que haya hecho mucho caso a ese tipo de ética.
Lo preocupante es que el Gobierno sabe que no ha actuado bien: Navarra, referéndum de autodeterminación, cesiones varias y peticiones de liberación de presos al país vecino, territorialidad, liberación de presos, ablandamiento puntual de la Fiscalía, relajación de algunos jueces… Es preciso que la ciudadanía conozca los términos de las actas para ver hasta qué punto ha engañado y traicionado al Estado de Derecho. No es suficiente con conocer que se ha pactado con los terroristas las notas de prensa, los discursos del presidente, la nota de alto el fuego, el cambio del vocablo “atentado” por el de “accidente” y la aceptación de Borrel como maestro de ceremonias de ETA ante Europa, entre otras.
El Gobierno Rodríguez y sus asesores en temas de terrorismo, en particular el ‘chapuzas’ Eguiguren, deberían ser conscientes de que ETA sigue haciendo caja entre los empresarios gracias a su mala gestión, a su blandenguería y a su ociosa actitud de jugar con fuego imprudentemente. Pero seguramente entre las actitudes más ruines y detestables se encuentra la negociación clandestina con ETA tras los sucesos de Barajas; máxime, cuando el presidente Rodríguez garantizó ante las cámaras de televisión que se habían roto todos los puentes con la banda asesina.
Las reuniones con la banda asesina, consentidas por Rodríguez tras los sucesos de la T-4 de Barajas, ponen de manifiesto que estamos ante un enfermo, proclive a la mala fe y a las peores formas; capaz de casi todo o de todo lo que sea preciso con tal de salvar la cara. A cualquier Gobierno se le caería el rostro a los pies, después de haber garantizado el fin de la negociación con ETA y, a la vez, ganar tiempo para seguir ‘amamantando’ y resucitando a ETA, cuando ésta se encontraba en el peor momento de su existencia y en el mejor momento para la ciudadanía de bien.
No es casualidad que una mayoría de ciudadanos, además de todas las víctimas vivientes, recordemos en estas fechas a Miguel Ángel Blanco. Hoy más que nunca hay que intentar rescatar aquel espíritu de unidad y decisión. Un espíritu que, no por casualidad, se conoce como “de Ermua”, a pesar de los dirigentes de su Consistorio para que sea utilizado el nombre y gracias a la población, donde -- excepto trescientos firmantes de mala fe -- aún se considera factible la recuperación del esfuerzo y del mencionado espíritu.
Hoy duele sobremanera la traición del Gobierno Rodríguez, sobre todo cuando se rememora lo sucedido y se comprueba que “Txapote” y adláteres de ETA asesinaron brutalmente a Miguel Ángel al demostrar su fortaleza el Gobierno y no ceder al chantaje y a la traición al Estado de Derecho. El Estado no cedió con Aznar, pero Rodríguez se ha bajado y quitado los pantalones; ha arrojado los calcetines; se ha desnudado por completo y no le ha importado ponerse “mirando a Cuenca” para recibir. De pena y de vergüenza.
Un presidente que resucita el odio, la crispación y la división de la ciudadanía no es digno de presidir el Gobierno de España. Lo mejor que puede hacer es convocar elecciones una vez que la legislatura está acabada. Ni siquiera con el cambio de ministros va a seguir engañando. Su crédito se ha agotado. Se arriesga a generar vacío y acumular desprecio. Es el momento de que se marche para seguir dando clase de Derecho Constitucional y, por supuesto, que repase sus clases. Aún no ha entendido la Constitución y tampoco ha aprendido a respetarla. Este Gobierno ha cerrado la “toma de temperatura” de futuros Gobiernos. Ha negociado con ETA y ese es su pecado. A cuestas lleva la penitencia.
Jesús Salamanca Alonso
La credibilidad del Gobierno, y particularmente de su presidente, está bajo mínimos. Llueve sobre mojado. Quién no recuerda la cesión en el tema de Juana; Otegi; el chivatazo aún no aclarado para salvar al aparato de extorsión de la banda; el silencio del fiscal general y los apoyos a destiempo del actual ministro de Justicia,…Sí ha habido cesiones y todos las hemos visto, aunque no hayan faltado burdos intentos de pueril camuflaje. Ante tanta falsedad como ha acumulado el Gobierno de Rodríguez y sus aledaños habría que decir aquello de la fiscal “valeyá”.
Hoy se sabe que sí ha habido negociación internacional. Se conocen casi todos los términos y detalles, como se conoce el “buzón” cubano. En la periferia del Gobierno, y posiblemente dentro de él, hay muchas instancias interesadas en que se conozca el proceso de negociación – mal llamado “proceso de paz” -- y las cesiones. Nadie duda que las actas de la negociación están en camino y algunos medios escritos las esperan con entusiasmo. Sí hay actas y se van a publicar. ¿Encontraremos algo bochornoso e indigno de un Gobierno democrático? Solo puede temer la publicación si ha hecho aquello que la ética democrática le dice que no debe hacer. Y no parece que haya hecho mucho caso a ese tipo de ética.
Lo preocupante es que el Gobierno sabe que no ha actuado bien: Navarra, referéndum de autodeterminación, cesiones varias y peticiones de liberación de presos al país vecino, territorialidad, liberación de presos, ablandamiento puntual de la Fiscalía, relajación de algunos jueces… Es preciso que la ciudadanía conozca los términos de las actas para ver hasta qué punto ha engañado y traicionado al Estado de Derecho. No es suficiente con conocer que se ha pactado con los terroristas las notas de prensa, los discursos del presidente, la nota de alto el fuego, el cambio del vocablo “atentado” por el de “accidente” y la aceptación de Borrel como maestro de ceremonias de ETA ante Europa, entre otras.
El Gobierno Rodríguez y sus asesores en temas de terrorismo, en particular el ‘chapuzas’ Eguiguren, deberían ser conscientes de que ETA sigue haciendo caja entre los empresarios gracias a su mala gestión, a su blandenguería y a su ociosa actitud de jugar con fuego imprudentemente. Pero seguramente entre las actitudes más ruines y detestables se encuentra la negociación clandestina con ETA tras los sucesos de Barajas; máxime, cuando el presidente Rodríguez garantizó ante las cámaras de televisión que se habían roto todos los puentes con la banda asesina.
Las reuniones con la banda asesina, consentidas por Rodríguez tras los sucesos de la T-4 de Barajas, ponen de manifiesto que estamos ante un enfermo, proclive a la mala fe y a las peores formas; capaz de casi todo o de todo lo que sea preciso con tal de salvar la cara. A cualquier Gobierno se le caería el rostro a los pies, después de haber garantizado el fin de la negociación con ETA y, a la vez, ganar tiempo para seguir ‘amamantando’ y resucitando a ETA, cuando ésta se encontraba en el peor momento de su existencia y en el mejor momento para la ciudadanía de bien.
No es casualidad que una mayoría de ciudadanos, además de todas las víctimas vivientes, recordemos en estas fechas a Miguel Ángel Blanco. Hoy más que nunca hay que intentar rescatar aquel espíritu de unidad y decisión. Un espíritu que, no por casualidad, se conoce como “de Ermua”, a pesar de los dirigentes de su Consistorio para que sea utilizado el nombre y gracias a la población, donde -- excepto trescientos firmantes de mala fe -- aún se considera factible la recuperación del esfuerzo y del mencionado espíritu.
Hoy duele sobremanera la traición del Gobierno Rodríguez, sobre todo cuando se rememora lo sucedido y se comprueba que “Txapote” y adláteres de ETA asesinaron brutalmente a Miguel Ángel al demostrar su fortaleza el Gobierno y no ceder al chantaje y a la traición al Estado de Derecho. El Estado no cedió con Aznar, pero Rodríguez se ha bajado y quitado los pantalones; ha arrojado los calcetines; se ha desnudado por completo y no le ha importado ponerse “mirando a Cuenca” para recibir. De pena y de vergüenza.
Un presidente que resucita el odio, la crispación y la división de la ciudadanía no es digno de presidir el Gobierno de España. Lo mejor que puede hacer es convocar elecciones una vez que la legislatura está acabada. Ni siquiera con el cambio de ministros va a seguir engañando. Su crédito se ha agotado. Se arriesga a generar vacío y acumular desprecio. Es el momento de que se marche para seguir dando clase de Derecho Constitucional y, por supuesto, que repase sus clases. Aún no ha entendido la Constitución y tampoco ha aprendido a respetarla. Este Gobierno ha cerrado la “toma de temperatura” de futuros Gobiernos. Ha negociado con ETA y ese es su pecado. A cuestas lleva la penitencia.
Jesús Salamanca Alonso
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