22 años después
Por Reme Falaguera
Han pasado 22 años desde que se aprobó la reforma del Código Penal que despenalizó el crimen del aborto. Esta Ley Orgánica se nos vendió, lo recuerdo bien, como una “terapia preventiva” ante los embarazos consecuencia de una violación, cuando el feto presentaba malformaciones irreversibles o cuando la gestación ponía en peligro la vida de la madre. Pero la triste realidad es que es un coladero libre e ilegal de asesinatos que, desgraciadamente, van en aumento.
Hoy, 5 de julio, no puedo permitirme ignorar el mayor genocidio de la historia. Es más, me veo en la obligación de ser políticamente incorrecta y denunciar la barbarie que , causada voluntariamente y con el beneplácito de nuestros políticos – supuestamente defensores de la Constitución y de los derechos humanos- están sufriendo miles y miles de seres humanos en nuestro país.
Por si todavía alguien no lo sabe o simplemente no quiere saberlo, estamos hablando de más de un millón de muertes desde 1985. ¡Un millón! Si, si, lo han leído bien: Un millón, sin contabilizar el número de abortos provocados por Píldora del día Después (PDD) que, como es sabido, es abortiva y de fácil acceso cuando te encuentres en un “aprieto”.
Para que se hagan una idea, puesto que hay veces que al hablar de cifras no las visualizamos, un millón de niños asesinados sería, más o menos, la capacidad de nueve campos de fútbol como el Camp Nou.
No se a ustedes, pero a mi, solo pensarlo, se me ponen los pelos de punta y quiero llorar. Si, quiero llorar y, con lagrimas en los ojos, rezar para que todas esas mujeres, sobre todo las más jóvenes, que se ven en la tesitura de asesinar a sus hijos, lloren hasta que sus lagrimas ahoguen sus pesadillas, sus depresiones, sus ataques de ansiedad, su sentimiento de culpabilidad,…
Mejor es llorar, pedir perdón y reparar su crimen, que intentar olvidarlo recurriendo al alcohol o las drogas e, incluso, al suicidio como solución, ¿no les parece?
Hoy, a pesar de la tristeza que me embarga, me gustaría cantar , esta canción de Nena Daconté en la que refleja - de una manera muy gráfica- el horror del aborto y las consecuencias dramáticas para las mujeres que optan por el. Tal vez, alguna de ellas, al oír este testimonio sonoro se plantearan seriamente dejar vivir a sus hijos.
Hoy, 5 de julio, no puedo permitirme ignorar el mayor genocidio de la historia. Es más, me veo en la obligación de ser políticamente incorrecta y denunciar la barbarie que , causada voluntariamente y con el beneplácito de nuestros políticos – supuestamente defensores de la Constitución y de los derechos humanos- están sufriendo miles y miles de seres humanos en nuestro país.
Por si todavía alguien no lo sabe o simplemente no quiere saberlo, estamos hablando de más de un millón de muertes desde 1985. ¡Un millón! Si, si, lo han leído bien: Un millón, sin contabilizar el número de abortos provocados por Píldora del día Después (PDD) que, como es sabido, es abortiva y de fácil acceso cuando te encuentres en un “aprieto”.
Para que se hagan una idea, puesto que hay veces que al hablar de cifras no las visualizamos, un millón de niños asesinados sería, más o menos, la capacidad de nueve campos de fútbol como el Camp Nou.
No se a ustedes, pero a mi, solo pensarlo, se me ponen los pelos de punta y quiero llorar. Si, quiero llorar y, con lagrimas en los ojos, rezar para que todas esas mujeres, sobre todo las más jóvenes, que se ven en la tesitura de asesinar a sus hijos, lloren hasta que sus lagrimas ahoguen sus pesadillas, sus depresiones, sus ataques de ansiedad, su sentimiento de culpabilidad,…
Mejor es llorar, pedir perdón y reparar su crimen, que intentar olvidarlo recurriendo al alcohol o las drogas e, incluso, al suicidio como solución, ¿no les parece?
Hoy, a pesar de la tristeza que me embarga, me gustaría cantar , esta canción de Nena Daconté en la que refleja - de una manera muy gráfica- el horror del aborto y las consecuencias dramáticas para las mujeres que optan por el. Tal vez, alguna de ellas, al oír este testimonio sonoro se plantearan seriamente dejar vivir a sus hijos.
En qué estrella estará
He creado un ángel verde y gris,
que se pasea de noche,
no lo puedo ver.
Está donde la luz que dicen que hay,
donde terminan los sueños de la realidad,
donde se escapan los niños si no quieres más; donde se ahogan los gritos de mi mitad.
He creado un ángel verde y gris,
a veces le hablo bajito, por si está.
Le busco por la calle del caminar.
A veces le echo de menos si tú no estás,
a veces tengo que hacer de tripas corazón.
A veces tengo que huir, porque no puedo más.
En qué estrella estará,
para cuidar de él.
Me pasaré la vida sin dormir.
En qué estrella estará mi dulce corazón,
por qué me roba la vida y la razón.
Dime quién vendrá a ocupar su lugar,
por qué mis sueños se rompen de golpe.
Donde terminan los sueños de la realidad,
donde se ahogan los gritos de mi mitad.
En qué estrella estará,
para cuidar de él.
Me pasaré la vida sin dormir.
En qué estrella estará mi dulce corazón,
por qué me roba la vida y la razón.
Dime quién vendrá a ocupar su lugar,
por qué mis sueños se rompen de golpe.
¡Quiero irme con él!
He creado un ángel verde y gris,
que se pasea de noche,
no lo puedo ver.
Está donde la luz que dicen que hay,
donde terminan los sueños de la realidad,
donde se escapan los niños si no quieres más; donde se ahogan los gritos de mi mitad.
He creado un ángel verde y gris,
a veces le hablo bajito, por si está.
Le busco por la calle del caminar.
A veces le echo de menos si tú no estás,
a veces tengo que hacer de tripas corazón.
A veces tengo que huir, porque no puedo más.
En qué estrella estará,
para cuidar de él.
Me pasaré la vida sin dormir.
En qué estrella estará mi dulce corazón,
por qué me roba la vida y la razón.
Dime quién vendrá a ocupar su lugar,
por qué mis sueños se rompen de golpe.
Donde terminan los sueños de la realidad,
donde se ahogan los gritos de mi mitad.
En qué estrella estará,
para cuidar de él.
Me pasaré la vida sin dormir.
En qué estrella estará mi dulce corazón,
por qué me roba la vida y la razón.
Dime quién vendrá a ocupar su lugar,
por qué mis sueños se rompen de golpe.
¡Quiero irme con él!
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