lunes, junio 18, 2007

La dulce utopía comunista

Por Germont

Esta noticia aparece en La Vanguardia del viernes. Pequeñita, en un suelto apenas visible en una página interior:

COREA DEL NORTE
Pena de muerte para los usuarios de móvil

Pyongyang ha incrementado las ejecuciones públicas contra los usuarios de teléfonos móviles y contra los que saquen información fuera del país. Los norcoreanos tienen prohibido comunicarse con el resto del mundo, pero algunos de ellos logran escuchar noticias extranjeras y utilizar teléfonos móviles empleando los sistemas de comunicación chinos. Según el informe de un think tank afín al Gobierno surcoreano, las frecuentes ejecuciones persiguen "mantener el orden social, creando una atmósfera de miedo" . - Europa Press .

Sí, han leído bien: hay un país en el mundo (bueno, más de uno probablemente) cuyos ciudadanos pueden ser ejecutados por hablar por teléfono móvil. Es un país sometido a un régimen comunista, por más señas. No es casualidad, claro. De hecho, sólo podía tratarse de eso o de un régimen islámico. Sí, ya lo sé, no es bueno generalizar, ni es políticamente correcto señalar con el dedo, pero es que ya empieza a estar uno hasta las narices de tener que escuchar a los llamazares de turno, a los progres de manual, defendiendo lo indefendible y dedicando todas sus horas y esfuerzos a señalar no ya las pajas, sino las hebras imperceptibles en los ojos ajenos, pasando como de puntillas, cuando no mirando a otro lado, frente a la viga que representa la realidad de todos esos regímenes que no participan de la decadente y opresora democracia representativa, burguesa y capitalista.

Eso es el comunismo, o si prefieren el socialismo real. Eso no es una aplicación desviada de la utopía comunista: es la consecuencia lógica e inevitable de un sistema político que sólo puede subsistir en la medida en que sus ciudadanos (por llamarles de alguna manera) no conozcan nada más, porque cualquier alternativa les resultaría mejor que lo que padecen. Decir que el comunismo no es eso, ni el gulag de Stalin, ni la dictadura venezolana, viene a ser como decir que Hitler se excedió en las formas, pero que el ideario del nacional socialismo, en realidad, era otra cosa, que tenía un buen trasfondo. A cualquier nazi que nos intentase endosar este argumento lo correríamos a pedradas o, más civilizadamente, lo enchironaríamos. Y en cambio aquí seguimos, noventa años después del inicio de la utopía comunista, soportando que haya zonas del mundo en que los seres humanos sean ejecutados por hablar por teléfono. Y además aguantando en nuestras propias casas, que se exhiban en manifestaciones y mítines, banderas con la hoz y el martillo.

Y aún nos tenemos que avergonzar de decir públicamente que somos de derechas…


Germont
Los árboles y el bosque

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente entrada. Se puede decir más alto, pero no más claro.