viernes, junio 08, 2007

Encallados

Por Berlin Smith

A Iñaki le gusta preguntar directo, no sabemos si en un ejercicio de forzada independencia o cumpliendo su deber. En todo caso, no he visto un periodista más directo con un presidente del gobierno en televisión que el malvado Gabilondo: "¿Organizó usted el GAL?" Y Felipe sacó lo mejor de su talento para sostener el gesto y reaccionar con rapidez. "¿No tiene dudas de que el PP tiene razón al decir que ETA se ha burlado de usted y ha utilizado este periodo de tregua para rearmarse?" Es una buena pregunta para José Luis: de la respuesta, que se juzgue al preguntado. Si el entrevistador deja vivo al entrevistado cuando no se responde con claridad, entramos en terrenos más escurridizos: a veces la obviedad basta para no decir más.

La segunda pregunta da lugar al mensaje que se nos quiere repetir desde las versiones oficiales de la decepción de la paz de Godot, esa que nunca llega: no se cedió, por eso encalló. "ETA planteó objetivos políticos que yo nunca admitiré mientras sea presidente del Gobierno". Como uno es miembro de esa cosa tan sobrevalorada como es la blogalaxia ha de cumplir su rol: desmenuzar las cosas para ponerlas en su sitio de la forma en que los medios tradicionales y oficiales, tan educados ellos, suelen tener pereza en hacer. José Luis está resultando ser un político muy torpe, muy sectario o las dos cosas. Y les pienso explicar por qué tiene sentido lo que digo, que no sea un exabrupto al sol de Iberia.

Si la oposición hubiera tenido claro que no se iban a admitir determinados objetivos políticos, ¿por qué no la convenció desde el principio?. Es de mal estadista cargar la agenda política con asuntos que requieren unidad aunque no guste (pues hay asuntos que requieren de la continuidad que suponen los cambios de gobierno) a costa de, precisamente, la unidad: el PP puede ser poco bueno (que no lo sé o no estoy seguro) en sus apoyos al primer ministro, lo malo para el primer ministro es que no siendo esto Venezuela necesita a la oposición. Es la pega de tener que dar cuentas.

Iñaki, al final, tampoco ha hecho su trabajo del todo. Porque la pregunta evidente era ¿desde qué momento le dejó usted claro a los representantes de ETA que no habría contenidos políticos? Uno tiende a pensar que si eso estuviera claro desde el principio, el cuento de la paz universal no hubiera durado nada. Lo malo para José Luis es que lo primero que hizo saber Aznar a través de sus emisarios es que las cuestiones "políticas" (es decir, derecho de autodeterminación, la territorialidad eusquérica y todas esas cosas que se piden a tiros) no eran de su competencia. Y la tregua trampa se acabó. José Luis plantea una excusa: "Teníamos que aproximarnos para intentar verificar, no me hubiera perdonado no intentar verificar, contactar. ¿Cree que algún presidente se podría permitir el no intentarlo? Sería un irresponsable como español y como presidente del Gobierno." Ya salió lo de la irresponsabilidad cuando no se está de acuerdo con un gobernante socialista.

Aún cuando el resto de preguntas de Gabilondo son directas, necesarias y, en definitiva, son las que hay que hacer ("¿Es optimismo o ceguera, cuando empiezan a llegar señales que usted no parece percibir. Cuando aparecen etarras disparando al aire en una campa, y al mes siguiente roban 350 pistolas. No eran señales suficientes?") siempre se puede pensar que se ponen a huevo para que José Luis se luzca. Yo, simplemente, creo que Iñaki prefiere dejar que se expliquen sin agobiarles repreguntando. En ello, se deja en el aire otra cuestión evidente: ¿cuánto se tarda en comprobar si esa intención es real? Iñaki le llama educandamente naïve y el tipo sólo responde con evasivas: "En la tregua de 1998 había kale borroka y se mantuvo la expectativa. Lo reitero, si había una mínima oportunidad, mi deber era intentarlo."

En matématicas cerrarían el periplo de Zapatero con aquello de q.p.d. Queda pues demostrado: el llamado proceso se ha conducido con una incompetencia sólo posible si se tiene una visión sectaria: lo haré yo sin el PP (Josu Jon le advertía de lo contrario), no he sabido unir a la oposición, he insistido en arroparme en una facción de ETA que parece dispuesta a romper pero a la que he evidentemente yo (¿y Eguiguren?) hemos sobrevalorado en su poder. Y, para hacerlo, he tratado de engañar a todos, haciendo creer a ETA que iba a hablar de política mientras ganamos tiempo y sin que el PP, al que no le queda más remedio que convencer, se enterara: llorar porque no me han apoyado (¿desde cuándo es obligatorio que la oposición apoye al Gobierno?) es como llorar por Granada.

Noches Confusas en el Siglo XXI


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