viernes, junio 22, 2007

Echo de menos un desmentido

Por Luis I. Gómez


Hay una parte de mí que me sigue conminando a la prudencia, que mantiene en alto el cartel de "puede que todo sea mentira" cada vez que leo las revelaciones del diario Gara. El PSOE pactando con ETA hasta las veces que Zapatero mueve las manos en sus discursos. El Poder Judicial puesto en entredicho por una asociación de maleantes asesinos y un partido político "democrático".

Lamento las veces que me asaltó la duda (que la tuve) sobre si Zapatero era un genio o una marioneta. Sobre si la casta dominante hoy en el PSOE es un atajo de incompetentes o un politburó ponzoñoso y fascista. Hoy no me cabe la menor duda. Rodríguez es un genio y sus Kamaraden, lejos de ser instrumentos inconscientes, son una asociación fascista con el poder como única meta y el adoctrinamiento como mejor herramienta. La mentira de serlo, pensarán, si es para la consecución de sus fines y el "bien general del pueblo".

A la luz de las revelaciones en Gara encajan todas las piezas del puzzle. La imagen cobra cohesión repentinamente, como si hubiésemos encontrado la tapa ha tiempo perdida de la caja que contenía los trocitos de cartón. La violación mediática y coordinada de las elecciones del 14-M, el arriconamiento del PP, la provocación a las estrucuturas más consevadoras de la moralmente ya muy devaluada sociedad española, el prohibicionismo experimental, la retórica del vacío y las respuestas que no lo son, el uso goebbeliano del lenguaje ("accidentes"), la memoria hiorica y el recidivo leit-motiv en lo reciente: Irak, Prestige, Prestige, Irak; la elección de la consigna (obra maestra, hay que reconocerlo ahora a la luz de las revelaciones) "queremos un gobierno que no nos mienta". Todo encaja perfectamente. No es fruto de la incompetencia ni la ignorancia. Es un plan. Un plan totalitarista.

Es peor. No se trata de devolvernos a los brazos de padre estado, que también. Se trata de recuperar ellos las riendas absolutas del estado. Con una sociedad rendida a los pies del pacificador (si la cosa hubiese salido bien), con una oposición demonizada y aislada, incapaz siquiera de autolegitimarse, temerosa de despertar fantasmas que ya no son suyos, con unos aliados claramente minoritarios, periféricos, ávidos sólo de las migas que caen de la gran mesa y definitivamente prescindibles (hubiese bastado con un cambio en la ley electoral en el momento adecuado, por ejemplo con la siguiente mayoría absoluta del PSOE)estos chicos y chicas que hoy aterrorizan los corrillos de su propio partido pensaban llevar a España (o lo que de ella quedase) al estado de gracia absoluta que propugna el socialismo del siglo XXI. Por ley y cárcel si fuese necesario. Después de todo, quién mejor que ellos para saber lo que es lo mejor para nosotros?

No es lo pactado con ETA el peor pecado del PSOE de estos días. No se dejen confundir con el ruido de esos sables. Repasen lo ocurrido en estos tres últimos años, las leyes tipo "dame la mano que yo te guío" aprobadas, el desprecio por la separación de poderes, con fiscales y jueces a sueldo del gobierno (eso ya existía, pero estos chicos y chicas están alcanzando un nivel de efectividad asombroso en el maluso del poder judicial), la falta absoluta de propuestas de fondo (lógica: no estamos aún "preparados" para lo que nos quieren, lo que nos tienen que decir), los discursos de los cuatro mosqueteros (De la Vega, Blanco, Rubalcaba, Zapatero), cargados de magia, paz, sonrisas cuando van dirigidos al "pueblo" pero llenos de prepotencia, falsa moral y mentiras cuando se dirigen a la oposición denotan el rasgo psicopolítico que les es común: el totalitarismo. Ellos son los que se sacrifican por el bien del pueblo, y ese sacrificio exige un óbolo: nuestra rendición absoluta. Rendición ante el adversario (ETA, nazionalistas, islamismo) y rendición ante su definitiva superioridad: no fumes esto, no bebas eso, no comas aquello, conduce así, folla asá, vive de esta manera, lee esto y no lo otro, no escuches a ése, no educes a tu hijo… YA LO HACEN ELLOS POR TÍ, Y ADEMÀS MÁS Y MEJOR.

Desde el exilio

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