domingo, mayo 06, 2007

Otro reportaje

Por Germont

Hace días comentábamos el reportaje emitido por Telemadrid sobre la cuestión lingüística en Cataluña. Es de justicia que hoy hagamos otro tanto con el que TV3, Televisió de Catalunya, dedicó al grupo terrorista Terra Lliure. Bueno, en puridad habría que empezar por negar ese punto de partida: el reportaje que elaboró la televisión pública catalana, la que pagamos con nuestros impuestos y que depende directamente de los poderes políticos, no denominó en ningún momento a los muchachos de Terra Lliure terroristas, ni a sus fechorías atentados. Activistas y acciones fue lo más grueso que se oyó


Pero aunque la corrupción del lenguaje es grave, en este supuesto ni siquiera se limitaron a eso: algunos de los entrevistados se dedicaron directamente a justificar determinadas “acciones”, y a añadir que buena parte de los políticos de la época, e incluso de la sociedad, aplaudían determinado grado de violencia aplicado sobre determinado tipo de personas “que no entiende otro lenguaje que el de la violencia”. En este apartado se inscribían atentados como el que sufrió Federico Jiménez Losantos. Por supuesto que la presunción de apoyo popular o social no es más que una apreciación particular del entrevistado, típica de las personas que por moverse en un entorno fanatizado y totalitario creen que el pueblo comparte sus delirios. La preocupación viene de que ese entorno, con toda probabilidad, lo constituía buena parte de la clase política catalana de aquellos años. De la nacionalista, por ser más exactos.

Algún día habrá que analizar la rara tolerancia que el nacionalismo de cualquier pelaje profesa hacia ciertas dosis de violencia frente a quienes incomprensiblemente no comparten sus ideas. Qué digo sus ideas: su visión indiscutible de la realidad. Se deberá probablemente a que, moviéndose toda su estructura mental en torno a concepto tan elevado como es el de la patria o la nación, cualquier mezquina individualidad debe plegarse a sus designios. Y si no se pliega, se la persuade. Y si no se deja persuadir, se la reeduca. Y si no se deja reeducar y persiste en tan perniciosas convicciones, ¿acaso no habrá merecido una inevitable, aunque no deseada, cierta dosis de violencia?

Germont

Los árboles y el bosque


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