lunes, abril 23, 2007

Guerra declarada a Rosa Díez


Por Jesús Salamanca

Los gerentes del odio, abanderados de la crispación y fusileros de la mentira difunden que Rosa Díez pasará al grupo de los “no adscritos” de la Cámara, sin abandonar su acta de eurodiputada. Tan solo la incomodidad de los ‘parturientos Pepiños’ y ‘calenturientos Rodríguez’ puede albergar tan crueles acusaciones. El artículo de la ínclita Díez, en el diario El Mundo, ha hecho comprender a muchos socialistas, y no socialistas, la mentira, falsedad e hipocresía existente en el entorno del Gobierno Rodríguez. Al Gobierno, y al partido que le sustenta, le incomoda la verdad explicada y razonada. Hay indicios más que suficientes y hoy nadie duda que ETA se está preparando para volver a tentar, salvo que reciba nuevos ‘juguetes’. Y Rodríguez teme que le ‘vuelen’ las elecciones del año próximo; de ahí las carantoñas a ETA, las cesiones a Batasuna y los besitos a ‘La Juana’.


En el plano político, dudo que se pueda achacar a Rosa Díez lo que de ella se ha dicho. Lo que si sé, como ciudadano, es que se la puede adjetivar de muchas maneras. Su verbo es claro en las formas y certero en el contenido; le sobra credibilidad a chorros; fuerza admirable; temperamento firme y conocimientos suficientes para representar a las víctimas y denunciar a los verdugos; incluso, a los verdugos de su propio partido. ¡Cuántos políticos quisieran que se dijera eso de ellos!

“No permitiremos, sin luchar hasta el fin de nuestras fuerzas, que los terroristas entren en las instituciones democráticas del País Vasco (…)”. Ahí queda reflejada su razón de lucha permanente. Una razón que concuerda con lo que piensa la sociedad española. Desgrana lo que es para ella la verdadera derrota; la puntilla a tanto sacrificio; el fin de la resistencia; su entrada en las instituciones. “Si ellos vuelven, muchos de nosotros tendremos que irnos”.

La debacle en que se encuentra el socialismo español hace que la presencia de esta mujer, de largo recorrido y demostradas destrezas, incomode al PSOE y al Gobierno. No se atreven a mirarle a los ojos. El silencio habla cuando Rosa Díez acude a las reuniones socialistas. Pero también es verdad, como dicen en privado muchos de sus compañeros, que su presencia genera en la mayoría de los socialistas, sobre todo en los que están próximos al ‘pesebre’ gubernamental, una mezcla de miedo contenido, confusa desconfianza y evidente veneración.

A otros compañeros, como el bachiller ‘Pepiño’, la presencia de la eurodiputada, Rosa Díez, les produce sudores fríos y dolores de cabeza. Claro que, en este último caso, bien puede poner remedios con los seis mil euros mensuales de sueldo que le dan. Han leído bien,…Le dan, porque dudo que los gane; salvo que cobre por objetivos y sus múltiples tonterías y contradicciones se contabilicen como objetivos declarados y alcanzados.

Mientras Rosa es insultada y ‘despellejada’ de la forma más obscena, ruin y vulgar, ella sigue ahí. Sola. Defendiendo las libertades. Apoyando a las víctimas. Denunciando a los verdugos. Plantando cara a ETA y explicando las amenazas de Batasuna. Su simple presencia es suficiente para denunciar la ausencia de ética y falta de coraje democrático que atesoran muchos capullos de la rosa en el puño. Le han declarado la guerra sin cuartel, sin razón y con odio evidente.

Jesús Salamanca

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