viernes, abril 20, 2007

En Virginia como en Madrid.

Por Almudena Negro

Se llama Cho Seung Hui, es un desequilibrado mental que en un vídeo remitido por él mismo a la cadena de televisión NBC se autoproclama como el nuevo Jesucristo y esta semana ha llenado las portadas de diarios y abierto los telediarios de todo el mundo. Es el maldito asesino de la Universidad Politécnica de Virginia. El loco que ha acabado a tiros con la vida de 32 personas. En Estados Unidos.

¡Ah! ¡Claro! Que ha sucedido en Estados Unidos, ese país tan atrasado, analfabeto y cavernícola lleno de neoliberales, neocones y votantes de George Bush en el que se permiten a los ciudadanos, en nombre de algo llamado libertad individual, cosas inimaginables para nosotros, los avanzadísimos, cultísimos y listísimos progresistas europeos. Que ha sucedido en ese país en cuya Constitución figura una Segunda Enmienda que permite al ciudadano portar armas para defenderse de los criminales. En ese país en el que la policía abate a tiros a un asesino y no pasa nada. Claro. Es que en USA, como todo el mundo en la pacífica, tranquila y exenta de crímenes Europa sabe, esto de los tiroteos es algo habitual. Todo explicado. Si es que tenía que suceder. Aquí esas cosas no pasan ni pueden pasar… aquí, gracias a Dios, al Estado y al socialismo, están prohibidas las armas.

Ese es exactamente el mensaje falaz y antiliberal que los medios de comunicación europeos llevan repitiendo como loros toda la semana.

Pues amigos, resulta que la Universidad Politécnica de Virginia es una “Gun Free Zone”. O sea, zona libre de armas. Allí los estudiantes y empleados tienen prohibido por ley portar armas. Así pues, el único que disponía de una pistola, como sucede en Europa, era el criminal. Como en la Universidad Complutense de Madrid, vamos. Los estudiantes asesinados por el iluminado no tuvieron posibilidad alguna de defenderse frente alguien armado con un revólver ¿No creen que si otros estudiantes o profesores hubieran portado armas la masacre no hubiera podido llegar a ser la que trágicamente ha sido? ¿Es que el resultado hubiera sido el mismo si el asesino hubiera tratado de cometer su crimen en, por ejemplo, una comisaría repleta de personas armadas? ¡No!

Basta ya de demagogia.

¿Qué diferencia hay entre los tres asesinatos cometidos por la médico Noelia de Mingo en la Fundación Jiménez Díaz de Madrid o la masacre cometida el 16 de abril de 2002 en un colegio de Erfurt en la muy europea Alemania, donde otro loco de 18 años asesinó a 17 personas? Ninguna. En todos los casos el lugar del crimen era una zona libre de armas. En todos los casos el único que portaba armas (o si no la portaba con un cuchillo, como en Madrid, basta), era el criminal. En todos los casos el criminal era un desequilibrado mental. En todos los casos la reacción de los demagogos de la dictadura de lo políticamente correcto, empeñados en negar al ciudadano su legítimo derecho a defenderse frente al crimen, fue la misma: “Ha sido horrible”, “esto pasa por ser fácil el acceso a las armas. Hay que prohibirlas más aún”, “hay que prohibir los videojuegos violentos”, “la culpa es de la sociedad, no del criminal”, “esto es consecuencia del capitalismo y del consumismo”, “consecuencias del individualismo feroz”, “la gente es irresponsable y nosotros sabemos qué les conviene”, “hay que prohibir”, “hay que prohibir”, “hay que prohibir”. Siempre las mismas paparruchas. Siempre el mismo prohibicionismo. Siempre la misma demagogia. Siempre el socialismo. Jamás la verdad. Jamás la realidad. Y así seguimos… sin posibilidad de defendernos y viviendo en una Europa en donde el único que tiene derechos es el criminal.

Almudena Negro







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