Trato exquisito
Un artículo de Germont
El teniente de la Guardia Civil que comandaba el puesto de Roquetas cuando en él murió el ciudadano Rodríguez Galdeano ha declarado en el juicio que el trato ofrecido fue exquisito. Resultaba chocante oír esas palabras sobre el fondo de las terribles imágenes del cadáver, literalmente cubierto de moratones y golpes de todo tipo.
Es probable que el fallecido estuviese hasta las cejas de cocaína, es seguro que se puso nervioso cuando se le pidió someterse a la prueba de alcoholemia, es convincente que se mostrase violento y hubiese que reducirle. Ciertamente, era un hombre de cien kilos. Pero había ocho o nueve guardias, se supone que entrenados para reducir a personas en situaciones críticas.
Exquisito, lo que se dice exquisito, no parece que lo fuese el trato que recibió una persona que, ebria o sobria, acudió al cuartelillo a pedir ayuda ante un altercado que acababa de padecer, y nunca más salió con vida. Es de desear que la justicia actúe con firmeza para aislar las manzanas podridas, si las hay. La Guardia Civil no merece que generalicemos este caso aislado, lo cual hace que la ejemplaridad sea especialmente necesaria en supuestos como éste.
Un dato para tener en cuenta: la actitud de la oposición en este asunto. ¿Alguien imagina la situación a la inversa, con un gobierno conservador, y Llamazares, Blanco y López Garrido en la oposición? ¿Cuántas cabezas de ministros no se habrían pedido ya, cuántos plenos no se hubieran solicitado, cuántos reportajes se hubiesen emitido, cuántas manifestaciones no se hubiesen convocado? Un buen tema para el debate: ¿hace bien la oposición soslayando prudentemente este asunto?
Germont
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