domingo, febrero 25, 2007

El nene ya nos come ¡¡¡


- Sr. Presidente, el Ministro del Interior al aparato.
- Alfredo, qué me cuentas. ¿Pasa algo, algún accidente?
- No, Presidente, tranquilo, son buenas noticias. Quería que fueses el primero en saberlo: el nene ya nos come.
- ¡Hombre, Alfredo, ésta sí es una gran noticia!
- Pues sí, la verdad, nos ha hecho mucha ilusión. Ha empezado ligerito, el jamón york habitual, pero ahora ya con una tostadita untada con mantequilla. Y un zumito.
- Qué bien, oye. ¿Lo sabe ya Pachi? Le habrá hecho una ilusión…
- No veas, está dando saltos de alegría, lo cuenta a todo el que quiera oírle.
- ¿Y come sólo, o se lo habéis tenido que dar?
- Bueno, al principio ha habido que insistirle, ya sabes cómo es. Pero luego ya ha sido como un juego: “ésta para el nene…. ¡aaaammmm!, y ésta para la autodeterminación,. ¡ummmm!, y ésta ¡por Navarra!... y así, venga, una detrás de otra.
- Oye, pues ahora que se alimente bien, que está en esa edad en que no se puede descuidar la nutrición. Calditos, alguna pechuguita de pollo, un lenguadito a la plancha,…
- Sí, y fruta, mucha fruta. Sin descuidar la verdura.
- Claro que sí. ¿Qué le ponen hoy?
- A ver… Mira, pues justamente lo que decías. Un caldito de pollo de primero…
- Eso es, como el de la mamá…
- …y luego un pescadito, pero hervido, no sea que le siente mal.
- Fenomenal. ¿Y de postre?
- Pues habíamos pensado unas fresitas con zumo de naranja, no sé, cómo lo ves…
- Perfecto, oye. Que no le falte de nada. Y en cuanto haya cogido unos quilitos y recupere ese color en las mejillas, le montas un posado. Pero que me lo vistan bien, que ese calzoncillo a cuadros…
- Tranquilo, que ha estado aquí su chica y le ha traído unas cosillas.
- ¿Ah sí, qué, qué?
- Ah, pues no sé, una bolsa llena, pero no íbamos a registrarla.
- Quita, quita, que violaríamos su intimidad. Alfredo…
- Dime, Presidente, de qué te ríes…
- Oye, que cuando tenga un poco más de fuerzas… déjalos un ratito a solas, ya me entiendes.
- Cómo eres… Venga, le diré que es de parte tuya.
- Vale, pero sobre todo que ningún cretino de esos lo consigne en el libro de incidencias, que luego lo tergiversan todo.
- No te preocupes, Presidente.
- Venga, Alfredo, enhorabuena y hasta luego. Voy a decírselo a Sonsoles, que estará encantada.


Germont

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