Carta a Joaquín Calomarde
Soy una militante de base del PP y simpatizante hace más de 25 años. Teniendo en cuenta que aún no he cumplido los 40, esto supone que llevo más de la mitad de mi vida trabajando para el PP. He nacido y vivo en Galicia. En los últimos años, especialmente desde el 2003 ( con las crisis del Prestige y la Guerra de Irak) me han llamado de todo. He visto amenazada mi integridad física en una región y en una provincia- Lugo- en la que el PP es un partido hegemónico. El hecho de que usted insinúe que en España no existe una extrema izquierda me abochorna. No sé en qué parte del espectro político sitúa usted al BNG, ERC, IU, PNV, Aralar y a los actuales dirigentes del PSOE. Es posible que usted considere muy moderado que nuestros compañeros de Cataluña no puedan salir a la calle; es también posible que crea usted que nuestros compañeros del País Vasco están rodeados de un entorno político de lo más normal. Seguramente, también creerá que la actuación del PSOE entre el 11 y 14 de Marzo no fue en absoluto jacobina, ni extrema. El 13 de Marzo de 2004, cuando fui a buscar a la sede del PP mi credencial de apoderada, me encontré con una turba promovida por los partidos que usted considera moderados amenazando a los que allí estábamos. El 14 de Marzo salí a hacer mi trabajo con mi identificación en la solapa. No voy a negar que en algunos momentos sentí pánico ante lo que vi y oí. Todavía no he visto que sus moderados compañeros del Congreso se disculpasen por todo ello.
El próximo 28 de Mayo y cuando quiera que sean las elecciones generales, volveré a hacer lo mismo. Lo haré a pesar de usted, de quien me avergüenzo porque es indigno de ocupar un escaño por este partido en el Parlamento.
Espero que su colaboración en El País de hoy le haya reportado notables beneficios económicos. De otro modo, me resulta inexplicable lo que usted ha hecho. Sabe usted perfectamente que lo que muchos de nuestro compañeros han sufrido y siguen padeciendo ha tenido y tiene lugar con la anuencia- cuando no abierta complicidad o instigación directa - de muchos de los partidos con representación en el Congreso.
Dudo mucho de que usted llegue a leer esto y más aún de que me conteste. Si decide usted hacerlo, por favor no se disculpe. No se disculpe conmigo. Hágalo usted con los tres huérfanos de Jiménez Becerril, con los padres de Miguel Ángel Blanco, con nuestro compañero de militancia Ortega Lara o, si lo prefiere usted con la viuda de Gregorio Ordóñez. Si sigue usted pensando que ninguno de los partido representados en la Carrera de San Jerónimo es cómplice directo o indirecto de los que ha pasado y está a punto de pasar, le sugiero que abandone su escaño o, al menos, las filas en las que milita. Pásese usted al grupo mixto.
Temo que con la campaña catalana recién abierta, va a tener muchas oportunidades de corrobar su extravagante teoría.
Un saludo de una compañera de filas.
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