11 de septiembre
El mundo entero rememora lo sucedido hace cinco años y analiza las consecuencias que tuvo para la historia el ataque terrorista a Nueva York. Como siempre, una excepción: Catañufla. Esa valiente nación del sur de Europa y el nordeste de España (perdón: de la península ibérica) vive un año más ensimismada contemplando el ombligo de su propia, eterna, rentable y forzada infelicidad. En Catañufla, que es ese engendro socialnacionalista que en algún momento de la historia abdujo, secuestró y suplantó a la antigua y digna Cataluña, los analistas han pasado el día desmenuzando los discursos de Maragall y Benach, los gestos y las miradas de Montilla y Mas, el número de banderas colgadas de los balcones, el tempo con el que la orquesta ha interpretado el himno nacional catañuflo, los pliegues de la bandera que se ha izado en la solemne ceremonia del Parque de la Ciudadela.
Quizá la mejor muestra de la estrechez de miras y la cerrazón de los nacionalistas catalanes es la persistencia en la celebración del 11 de septiembre como Diada Nacional de Catañufla. Dejando de lado el tufillo masoquista que despide el hecho de celebrar empecinadamente una derrota, hace años que las escasas voces discordantes de la Catañufla oficial ponen en solfa la versión heroica de aquella fecha. No tienen ningún reparo los nacionalistas en presentar como una guerra entre Cataluña y España lo que en realidad fue la participación catalana en la guerra de sucesión al trono de España, y su opción por la candidatura perdedora. Añadámosle que esa opción tenía como objetivo el mantenimiento de determinados privilegios económicos y comerciales y deberíamos convenir que el aspecto heroico queda bastante eclipsado por el interés material. Muy legítimo, por otra parte, pero muy distinto también de la interesada versión oficial del nacionalismo rampante.
Pero es que desde hace cinco años, cualquier celebración que coincida con el 11-S está condenada al ridículo, y en el caso catalán la comparación alcanza niveles sangrantes. Hace cinco años un acontecimiento cierto, vivido en directo por todo el planeta, cambió el curso de la historia. Hace 292 años se produjo un hecho de carácter absolutamente local que ha sido escogido, manipulado y deformado por el nacionalismo catañuflo como\n referencia heroica a la que aferrarse en la construcción de una realidad nacional que pocos más asideros tiene. Eso sí: la prensa se empeña en que esa realidad virtual, ese Matrix que tan bien describe Girauta, sea la única existente para la ciudadanía. La Vanguardia titula a toda página con el discurso de Maragall (bueno, y una foto de Schumacher). El Periódico... bueno, ese está dirigido por el hermano del portavoz del Govern de la Generalitat, para qué vamos a decir más. El Avui... dejémoslo. Todos ellos regalan por gentileza de la Generalitat un cd con el himno nacional catañuflo, Els Segadors, en versión coral y orquestal. Repetid conmigo: Visca Catañufla lliure! Catañufla is an oppressed natio. Catañufla is not Spain.
Germont
1 comentario:
Lo de la opresión sobre Cataluña es lo que más me ha llegado, porque fíjate la de trabajo que estaremos realizando contra ellos sin darnos cuenta. Si lo aprovechásemos en cosas útiles ¿verdad?
Qué cara más dura tienen.
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