lunes, julio 24, 2006

EL PECADO

EL PECADO de Israel ha sido el acierto de su modelo de crecimiento, con pluralismo de opinión, democracia política y prioridad a la educación. Reconocido por las Naciones Unidas en 1948, con el aval de los estados democráticos, así como de los países socialistas de la época, desde un principio asombró por su dinamismo y creatividad. En un espacio geográfico menor que Galicia, y con una población que incluso ahora no llega a los 7 millones de habitantes, fue capaz de inspirar al socialismo cooperativo occidental con sus experiencias de los Kibbutz, elegir precozmente a una mujer, Golda Meir, como presidenta de Gobierno, generar premios Nobel en las ciencias naturales y las sociales, mantener uno de los Parlamentos más pluralistas del mundo en un contexto hostil, y resistir las permanentes guerras de agresión de las coaliciones de sus vecinos.

Siria e Irán multiplican en tamaño y población a Israel y, además, tienen petróleo. Pero son espacios donde las personas no son libres para crear, sufren bajos niveles educativos, no se admite el pluralismo, se discrimina a la mujer y se castiga la discrepancia. El presidente sirio está acusado del asesinato de Hariri, el ex primer ministro del Líbano; y los ayatolás iraníes controlan con mano de hierro el país, dando prioridad a los gastos militares sobre la financiación educativa o a la construcción de una democracia moderna.

Para los Gobiernos de Siria e Irán, Israel es un contraejemplo incómodo. Mientras que todo gobernante israelí es provisional y debe someterse a una competencia política implacable, en Siria e Irán las sagas del poder se perpetúan y sólo cambian los rostros del aparato. Por eso tienen que reprimir a sus pueblos; y por la misma razón gozan del apoyo de los países gobernados por despotismos semejantes; sean petrodictaduras o bien simples anacronismos políticos, como Venezuela, Nigeria, Cuba, China o Corea del Norte. Por la carencia de legitimidad ante su pueblo, necesitan fabricar un enemigo exterior; de ahí la financiación del terrorismo exterior, de Hezbolá y Hamás, y el permanente acoso de Israel.

El Gobierno español ha optado por apoyar a las oligarquías autoritarias contra Israel. La foto del presidente con la kufiya , la insólita manifestación contra un país teóricamente amigo, el autoritarismo gestual del ministro de Asuntos Exteriores; revelan su actual deriva al abismo de la insolvencia internacional. Olvida que las democracias no se agreden ni combaten, que pactan, negocian y progresan juntas. Que, como estableciera Kant, la paz perpetua sólo es posible cuando los pueblos son libres. Volvemos a salirnos de la historia; algo hicimos mal para merecer esto.


Pedro Arias Veira



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