miércoles, abril 12, 2006

Palabras huecas

Tienen los políticos una curiosa tendencia a acuñar términos y expresiones de los que luego usan y abusan hasta que dejan de serles útiles. Nada nuevo, por otra parte. Pero en algunos casos se corre el riesgo de enrocarse en esas expresiones como dándoles un valor sagrado que luego, bien mirado, no tienen. Y que incluso pueden acabar volviéndose contra quien las usa.

Ahora tenemos un ejemplo cotidiano: “precio político”. Alguien acuñó el término para oponerse a que a la ETA se le pagase precisamente eso, un “precio político”, por su alto el fuego. A todas horas se habla del precio político: la AVT exige al gobierno una declaración formal de que no existirá precio político, el portavoz del PP interroga en la Cámara al presidente sobre si va a pagar un precio político,...

Y una vez más nos encontramos ante unas palabras que, para el pueblo llano, están totalmente vacías de contenido. ¿De verdad piensan los líderes de la oposición que con esta expresión van a motivar a la ciudadanía, o la van a mover a escándalo? La gente “normal” no entiende de estas sutilezas. Háblenles de amnistías, de asesinos que saldrán a la calle, conmuévanles con la memoria de Hipercor o de Miguel Angel Blanco, devuélvanles a la mente la imagen de Arzallus clamando por las nueces del árbol, infórmenles de la anexión de Navarra por Euskadi, recuérdenles las amnistías que ya han disfrutado los etarras, explíquenles que están alfombrando el camino a la independencia o recuérdenles el ejemplo reciente de Yugoslavia, pero no intenten movilizarlos repitiendo mantras tan absurdos como “precio político”, que a nadie más que a ellos, que viven en su torre de marfil, les dicen nada.

Y que además, en su inconcreción, ponen al gobierno en bandeja de plata la respuesta más sencilla: no habrá precio político. Es la misma sensación que cuando se sacralizó la exigencia a Batasuna de que condenase la violencia. Siempre me pregunté qué sucedería si un día aparecía Otegi y decía, “vale, condeno la violencia”, para luego seguir con su discurso habitual. ¿Ya está, con eso hubiera bastado? Qué fácil, es como una fórmula mágica: di “condeno la violencia” y te perdono; di que no habrá “precio político” y me conformo.

Incluso para eso las izquierdas demuestran ser bastante más ingeniosas: engaño masivo, nunca más, son eslóganes que calan con mucha más eficacia. ¿Para cuándo piensa contratar el PP un buen gabinete de comunicación, un publicista?


Germont

1 comentario:

Anónimo dijo...

- ¿quién fue?
- zETApé