Una sola nación
“No te preguntes qué puede hacer tu país por ti; pregúntate qué puedes hacer tú por tu país” (John Fitzgerald Kennedy, presidente de los Estados Unidos de América)
Hay ocasiones en que, por encima del legítimo debate político, cualquier ciudadano responsable siente que tiene que hacer algo más que votar cada cuatro años. Sucede así cuando el ciudadano intuye que quienes le gobiernan están yendo mucho más allá del mandato que les fue encomendado, y cuando tiene la certeza de que de forma semiclandestina, en cenas y reuniones privadas al margen del Parlamento en que reside la soberanía popular, se están cerrando pactos que la inmensa mayoría de la ciudadanía desconoce y que, inquietantemente, son recibidos con alborozo por aquellos políticos que no se caracterizan precisamente por su interés por el futuro de España.
Ahora vivimos una de estas situaciones. Todos, socialistas y populares, tenemos la convicción de que entre un puñado de políticos y empresarios se está decidiendo el futuro de España para, una vez cerrado el pacto, dárselo a la opinión pública como un hecho consumado. Y muchos tememos que las concesiones que se están haciendo son demasiado grandes e irreversibles. Ya pasó el tiempo en que los ciudadanos se limitaban a asentir ante los políticos que se limitaban a decirles “creed en mí”.
Actualmente, un partido político que cuenta con casi diez millones de votos desarrolla una iniciativa polémica: recoge firmas para instar al gobierno a que convoque a los ciudadanos a las urnas, ya que considera que se les está ignorando. No es una recogida de firmas para un partido. No es una recogida de firmas contra Cataluña. Ni siquiera contra un estatuto. Es un grito de atención para que el gobierno sepa que los ciudadanos quieren firmemente seguir formando parte de una sola nación y permanecer iguales en derechos y deberes. Es una forma de decirle alto y claro al presidente del gobierno que no olvide que los ciudadanos siguen existiendo en el período de tiempo que media entre unas elecciones y las siguientes.
Todos podemos suscribir esa petición, con independencia de nuestras convicciones políticas. Pero las firmas no se recogen solas. Hay que transmitir la idea de que esta recogida no es algo marginal o clandestino. Hay que salir a la calle a recogerlas. Por eso yo estaré en una mesa invitando a los transeúntes a firmar. Por eso quiero pedirte que tú también lo hagas, que te animes a participar en esta campaña, que no es para un partido político, sino para España. Para recordarles a quienes nos gobiernan, sean del color que sean, que la soberanía nacional sigue residiendo en los ciudadanos
Ahora vivimos una de estas situaciones. Todos, socialistas y populares, tenemos la convicción de que entre un puñado de políticos y empresarios se está decidiendo el futuro de España para, una vez cerrado el pacto, dárselo a la opinión pública como un hecho consumado. Y muchos tememos que las concesiones que se están haciendo son demasiado grandes e irreversibles. Ya pasó el tiempo en que los ciudadanos se limitaban a asentir ante los políticos que se limitaban a decirles “creed en mí”.
Actualmente, un partido político que cuenta con casi diez millones de votos desarrolla una iniciativa polémica: recoge firmas para instar al gobierno a que convoque a los ciudadanos a las urnas, ya que considera que se les está ignorando. No es una recogida de firmas para un partido. No es una recogida de firmas contra Cataluña. Ni siquiera contra un estatuto. Es un grito de atención para que el gobierno sepa que los ciudadanos quieren firmemente seguir formando parte de una sola nación y permanecer iguales en derechos y deberes. Es una forma de decirle alto y claro al presidente del gobierno que no olvide que los ciudadanos siguen existiendo en el período de tiempo que media entre unas elecciones y las siguientes.
Todos podemos suscribir esa petición, con independencia de nuestras convicciones políticas. Pero las firmas no se recogen solas. Hay que transmitir la idea de que esta recogida no es algo marginal o clandestino. Hay que salir a la calle a recogerlas. Por eso yo estaré en una mesa invitando a los transeúntes a firmar. Por eso quiero pedirte que tú también lo hagas, que te animes a participar en esta campaña, que no es para un partido político, sino para España. Para recordarles a quienes nos gobiernan, sean del color que sean, que la soberanía nacional sigue residiendo en los ciudadanos
1 comentario:
La cita inicial no hace justicia al resto del mensaje. La frase de Kennedy es una "mema" muy peligrosa: el peligro lo demuestra el que haya podido replicarse incluso en este foro. No es el ciudadano quien tiene que machacarse la cabecita pensando en cómo echarle una mano al Estado. Es el Estado el que tiene que justificarse ante los ciudadanos... y no digo que tendría que pensar en cómo ayudar al ciudadano, porque mientras menos lo "ayude", mejor.
El daño que produjeron las políticas de intervención estatal de Kennedy y sus sucesores postraron a los Estados Unidos, y la postración sólo comenzó a remitir 20 años más tarde, cuando un antiguo actor con ideas muy claras llegó a la Casa Blanca. Espero que los daños causados por el señor ZP no tarden tanto en repararse.
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