lunes, febrero 20, 2006

Problema resuelto

Lo decía el otro día Maite Pagazaurtundúa: en el final del terrorismo solo hay dos opciones. La que prima la justicia y la que prima la impunidad. Es una ecuación tan simple que no admite disputa. No hay término medio posible entre castigar a un asesino o permitirle que salga de la cárcel sin haber cumplido su condena, e incluso al más miserable de los políticos le resultaría enormemente difícil optar abiertamente por la impunidad.

Hay que reconocerle al actual gobierno una astucia solo comparable a su ambición. Y es que en efecto no había término medio, pero solo hasta que el gobierno puso en marcha sus think tanks, con Javier Pradera a la cabeza. Supongo que por dinero se puede llegar a hacer cualquier cosa cuando se carece de escrúpulos. Aunque cabe otra opción aún peor, y es que Pradera crea sinceramente en lo que escribe.

El gran hallazgo socialista, en definitiva, ha consistido en adoptar sin reservas el argumentario de los nacionalistas vascos: el sufrimiento es compartido por víctimas y verdugos. En ambos bandos ha habido muertos, y en uno de ellos además existe el dolor de los detenidos y el sufrimiento de sus familiares. Ya está, problema resuelto: ambos bando perdonan y entonces no hay cesión, sino acuerdo. Ahora la impunidad ya es recíproca, y súbitamente todo encaja: al admitir el sufrimiento de los asesinos viene implícita la asunción de que empezaron a asesinar forzados por las circunstancias políticas, lo que les legitima a ellos y de paso a la causa nacionalista que siempre han defendido, y finalmente da lógica aplastante a la propuesta de ERC de que se indemnice a los terroristas que “ejercieron” antes de 1977. Claro está, de ahí a justificar a los que continuaron asesinando después va el mínimo paso de “no supieron reintegrarse a la vida política normal que la dictadura les arrebató”. Algunos, pobres, incluso murieron en ese empeño. Habrá que pedirles un esfuerzo de comprensión a sus deudos.



Germont

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