La Razón y el islamismo
Si en algún momento se ha hablado de que la libertad de expresión es decir lo que cada uno le de le gana, difícilmente los liberales y los cristianos podríamos decir nada en contra del "Menú de Jesucristo vuelta y vuelta". Pero la libertad de expresión que en el ordenamiento jurídico tiene un apartado especial para la perseguir las expresiones que ofendan gravemente a las confesiones religiosas dice esto porque la libertad de expresión tiene límites. Y no sólo se ofenden a las religiones.
No se trata de límites a la libertad sino de respeto a las personas. Cada uno puede manifestar a priori lo que quiera, faltaría más que se impusiera una censura previa, pero a posteriori aquellos que hayan podido verse ofendidos par las palabras de otros tienen el derecho a pedir una reparación justa y a día de hoy, habría que pedir proporcional, no sea que algunos pidan la inmolación mediante apedreo público del ofensor.
Y es que es esto último es lo que diferencia las sociedades civilizadas, con las que sí conviene aliarse como señaló Blair en presencia del otro gran aliante, ZP, en vez de considerar civilizado cualquier cosa que, por ejemplo, pide el corte de manos, el apedreamiento de mujeres infieles, o los impuestos a aquellos que no profesan la religión dominante.
Difícilmente se pueden considerar una sociedad civilizada aquella que incendia embajadas, que promueve fatuas o que amenaza a un país con hacerlo desaparecer y de propagar su religión por todo el mundo a sangre y fuego.
Difícilmente los cristianos que tienen a gala poner la otra mejilla, que predican el amor al prójimo como enseña de su identidad y que han pasado ya de hacer proselitismo obligatorio, han evolucionado, podrán estar de acuerdo con las ofensas, pero mucho menos con las reacciones de quienes se dicen defender a Dios. ¿Puede un Dios pedir la muerte de quien lo profese su fe y pretender que ello sea atractivo a los ojos del los demás hombres?
No se trata de límites a la libertad sino de respeto a las personas. Cada uno puede manifestar a priori lo que quiera, faltaría más que se impusiera una censura previa, pero a posteriori aquellos que hayan podido verse ofendidos par las palabras de otros tienen el derecho a pedir una reparación justa y a día de hoy, habría que pedir proporcional, no sea que algunos pidan la inmolación mediante apedreo público del ofensor.
Y es que es esto último es lo que diferencia las sociedades civilizadas, con las que sí conviene aliarse como señaló Blair en presencia del otro gran aliante, ZP, en vez de considerar civilizado cualquier cosa que, por ejemplo, pide el corte de manos, el apedreamiento de mujeres infieles, o los impuestos a aquellos que no profesan la religión dominante.
Difícilmente se pueden considerar una sociedad civilizada aquella que incendia embajadas, que promueve fatuas o que amenaza a un país con hacerlo desaparecer y de propagar su religión por todo el mundo a sangre y fuego.
Difícilmente los cristianos que tienen a gala poner la otra mejilla, que predican el amor al prójimo como enseña de su identidad y que han pasado ya de hacer proselitismo obligatorio, han evolucionado, podrán estar de acuerdo con las ofensas, pero mucho menos con las reacciones de quienes se dicen defender a Dios. ¿Puede un Dios pedir la muerte de quien lo profese su fe y pretender que ello sea atractivo a los ojos del los demás hombres?
Un Saludo. Bastiat.
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