viernes, octubre 07, 2005

Un niño llora

Un niño llora en un supermercado. Berrea. Quiere una bolsa de Cheetos y el cromo. Se lo quiere comer ya. Berrea aún más. Su madre le dice que no, que debe esperar a que salgan por la caja y lo paguen para poder comerlo. Berrea, sigue berreando. La gente alrededor mira desaprobadoramente a la madre. ¡¡Cuidao como llora el niño!! Algunos pensaran que pobrecito. Yo pienso que esa madre se lo tiene ganado. Si ese niño llora así es porque ha aprendido que llorando, que berreando, obtiene lo que desea. Sea o no bueno para él, aprenda o no a comportarse bien.



En Psicología hay un concepto maravilloso que se llama refuerzo. Desde la campana de Pavlov hasta las cosas de Skinner, pasando por “La naranja mecánica” hay toneladas de libros que hablan de ello. El refuerzo, mecanismo básico de aprender comportamientos. Pues bien. Si reforzamos conductas como la descrita no podemos sorprendernos de que el niño aprenda eso. Si reforzamos conductas como las huelgas, como las manifestaciones, la coacción otorgándoles alguna parte de razón a aquellos que usan la violencia para imponer sus ideas, sus condiciones, difícilmente podremos pretender que no se use el mecanismo de la violencia para obtener fines, por muy alejados de la realidad que puedan parecernos al común de los mortales.



Estamos comprobando cómo tras 25 años de constitución se ha establecido la norma de que para contentar a quienes más gritan se cede en sus pretensiones y obtienen satisfacción. El político, animal acostumbrado a vivir de lo que la sociedad reclama, aprende a satisfacer las demandas de las personas intentando mantener el puesto, intentado obtener el poder. Así nos encontramos en una espiral de demandas, satisfacciones, refuerzos en la cual el que sale perjudicado es el que nada pide. Y todos nos sumamos al carro.



Hemos aprendido a pedir, no a trabajar. Hemos aprendido ha reclamar a un ente superior y todo poderoso que nos promocionará lo que deseemos con el simple hecho de conseguir movilizar a una cantidad suficiente de gente de manera que pueda ser atractivo para que algún grupo político haga de nuestra demanda bandera. Hemos aprendido, porque así se nos ha reforzado, a vivir de los demás.



Supongo que si esa madre hubiera enseñado a su hijo a pedir las cosas de manera educada, reforzando aquellas actitudes positivas, de respeto. Si hubiese enseñado a su hijo a ser responsable desde pequeño es posible, sólo posible, que de mayor sea mas capaz de valorar el esfuerzo por conseguir por sí mismo lo que desee que estar esperando a que se lo den.




Un Saludo. Bastiat.

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