martes, mayo 17, 2011

¿Quién le pone el cascabel al gato?

Recojo de La Vanguardia el siguiente editorial:
Alimentos, petróleo y especulación

UNO de los grandes deberes pendientes del llamado Grupo de los Veinte (G-20), que suma los países más ricos del planeta y a los principales países emergentes, es la regulación de los mercados internacionales del petróleo y de las materias primas, incluidos los alimentos. Estos mercados, desde hace años, se han convertido en pasto de los fondos especulativos, que provocan fluctuaciones de precios extremadamente volátiles que amplifican exponencialmente las tendencias que apuntan las leyes de la oferta y la demanda. Este desequilibro de precios coloca a la economía mundial ante un grave riesgo inflacionista, con la consiguiente reacción alcista de los tipos de interés, que puede abortar la incipiente recuperación internacional.

Es evidente que la incorporación de nuevos países al desarrollo global, especialmente China e India, que concentran más de la tercera parte de la población mundial, junto con Latinoamérica, provoca una demanda de petróleo, materias primas y alimentos nunca experimentada hasta ahora por la humanidad. Es lógico, por tanto, que los precios se resientan de esa nueva demanda y registren una tendencia alcista. Esto hace que muchos analistas afirmen que el mundo ha entrado en una nueva era de precios básicos más caros mientras no mejore la producción y pueda aumentar la oferta. Esta tesis es evidente y así se refleja en las tendencias actuales.

Sin embargo, el hecho de que el petróleo, las materias primas y los alimentos se hayan convertido en una mesa más del casino mundial, objeto de la mera especulación financiera, con ingentes masas de dinero que apuestan por ganancias astronómicas a corto plazo, provoca una grave distorsión añadida de los precios y, por ende, al conjunto de la economía.

En el caso del petróleo. la propia Organización de Países Exportadores del Petróleo (OPEP), así como la Agencia Internacional de la Energía, han solicitado reiteradamente al G-20 que impulse la regulación del exceso de especulación en el mercado internacional del petróleo. El incremento irracional de los precios que provoca la irrupción de los fondos especulativos en ese mercado puede llevar al mundo a un nuevo shock petrolero en cualquier momento, con efectos negativos también para los propios países productores, como ya se ha demostrado en anteriores ocasiones.

La economía mundial, para poder progresar de forma sostenida, necesita un escenario previsible y de cierta estabilidad no sólo en los precios energéticos, sino también en materias primas y alimentos. Tanto el Banco Mundial como la FAO (Organización para la Agricultura y la Alimentación) han advertido del riesgo de graves hambrunas en el mundo si no se corrige la espiral alcista del precio de los alimentos básicos.

Es evidente la dificultad del G-20 para poder establecer nuevas reglas de funcionamiento en los mercados internacionales de futuros que fijan los precios globales. Tampoco ha podido acabar con los paraísos fiscales ni poner coto a los fondos especulativos, tal como se propuso cuando empezó la gran crisis. El poder político global ha demostrado su impotencia frente al poder financiero global. El resultado es que el beneficio de unos pocos castiga al conjunto de la economía mundial y limita sus posibilidades de crecimiento. Pero alguna solución habrá que encontrar, ya que estamos en un círculo vicioso del que nada bueno puede salir.


Mi amigo Bastiat vuelve a hacer una reflexión que creo oportuna; recuerdo a quienes no lo sepan que Bastiat fue un economista paradigma del liberalismo francés del s. XIX y enemigo acérrimo del proteccionismo.
Pues nuestro Bastiat español nos dice:

Ya estamos otra vez.


El mundo necesita un escenario previsible. Es decir, sería mejor para todos que el siguiente éxito tecnológico sea tal o cual, de tal manera que si logramos dirigir lo que se vende y lo que no... pues mejor para todos.... ¿o no?


Va a ser que no.


Será mejor para aquel que ha diseñado tal o cual cosa y que alguien, con el poder suficiente para imponernos sus gustos, sus deseos, nos lo venda si o si, porque si o si lo compraremos.


¿Cuándo vamos a entender que el mercado no son unos señores sino todos los individuos que interactuamos en él y no hay forma de saber qué o cual cosa va a tener éxito o va a fracasar estrepitosamente?



Que hay gente que compra barato para tratar de vender caro es una realidad diaria, de hecho eso pasa con el petróleo, con las manzanas y con la chatarra... Es la esencia del comercio desde los fenicios, los griegos, Marco Polo..... Cuanto más margen logras más beneficios obtienes. Ahora bien ¿por qué nadie se pregunta el porqué hay gente que hace apuestas peligrosas, recordemos que pueden equivocarse, y van a acabar ganando?



Lo mismo si el mercado fuera realmente libre, si no hubiera controles a la producción, al refino, en el caso de los combustibles, o a la importación, en el caso de los alimentos, lo mismo, el margen que podrían lograr los “especuladores”, comerciantes al fin y al cabo, sería mucho menor.



Pero claro, como decía Reagan: el gobierno crea un problema y luego se apunta a ser la solución. Lo malo de esto es que esta mercancía averiada si tiene muchos clientes.




Un Saludo. Bastiat.



1 comentario:

frid dijo...

Me comenta Ángel la opción de escribir algún tipo de manifiesto ante la "indignación" de la izquierda aparentemente sin techo, pero con acceso a toda la moderna tecnología... y es que esos que piden "democracia real" no piden libertad de mercado, algo necesario para que la democracia funcione y prospere.

Dicen que no tienen, piden trabajo, pero no mueven un dedo para hacerse empresarios: "otros deben solucionar sus problemas" y no votarán "derecha" porque piden "seguridad" y eso no es mas que estatalismo, pobreza o reparto de la pobreza, pues no les queda YA nada que despilfarrar.

Dicen que son apolíticos pero son populistas y son mimados por la izquierda porque "si vienen los otros" ven en ellos carne de cañón para remitirlos a las sedes autonómicas gobernadas por el pp, que no han aparecido en las sedes socialistas, pues el Gobierno de España no está en la sede del de Aguirre sino en la cobacha de Zapatero.

Si queremos democracia real debemos pedir una reducción considerable del estatalismo dominante, tanto en educación, sanidad y asistencia social... dejar la libre iniciativa y suplir a lo que no se llega: se ahorrará dinero y se ganará eficacia.

Si se quiere democracia real habrá que pedir que el Estado no manipule a nuestros hijos ni sea hostil a la familia.

Si se quiere democracia real, habrá que hacer limpieza de todos los corruptos, que abundan más en la izquierda.

Si se quiere democracia real habrá que pedir perdón por los crímenes de la izquierda, yo ya los pido por los que "cometió" el Cid Campeador y todos los que nos antecedieron, pero hoy por hoy los totalitarios y sectarios están ahí.

En fin: llamadlo como se quiera, pero democracia real significa "navegar siendo piloto del propio barco" y asumir los riesgos.

frid